En principio, los ojos humanos no son un entorno amigable para los microorganismos, debido a la acción de un grupo de enzimas llamado lisozimas, cuya función es destruir todas las bacterias. ¿A todas? Pues parece que no, porque un nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto Nacional del Ojo de Estados Unidos, ha descubierto que hay una que ha convertido nuestros globos oculares en su hábitat natural. La buena noticia es que su presencia es beneficiosa para nosotros.
Se trata de la Corynebacterium mastitidis, y su función es inducir a las células del sistema inmune a que produzcan una proteína llamada IL-17. Dicha proteína se encarga de atraer glóbulos blancos a la conjuntiva del ojo para provocar lágrimas con propiedades antibacterianas.
Los investigadores infectaron aun grupo de cobayas con un hongo, y a una parte de ellas les administraron también esta bacteria. Y el resultado fue que los ejemplares que no la recibieron no lograron curarse de la infección. Pero, además comprobaron que se transmitía de madres a crías, lo que confirma que es un microorganismo innato del sistema inmune.
Desafortunadamente, en algunas ocasiones, cuando el sistema inmune no funciona correctamente, esa misma bacteria puede convertirse en nuestro peor enemigo, una especie de caballo de Troya, que acabe provocando una grave infección ocular en lugar de evitarla. Pero eso solo sucede en casos excepcionales.
Fuente: IFL Sciente.
Vicente Fernández López
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