Bienvenido a un paseo microscópico. Tu cuerpo es el hogar de cientos de miles de especies: las bacterias son las más numerosas (tres cuartas partes se alojan solo en el intestino), pero también podrás encontrarte hongos, ácaros y virus acechándote en cada esquina. Cientos de especies deambulan sobre tu piel, en tus órganos, y se transportan por medio de la saliva y las heces. En los últimos tiempos, el estudio pormenorizado de esta fauna (microbioma) está permitiendo identificar cada especie y saber qué función tien en nuestro organismo. Estas son algunas de las que ya conocemos.

De la cabeza a los pies

Una de las primeras visitas la haremos al pelo. Allí vive un hongo, el Malassezia, que es el encargado de crear esas placas de piel muerta que se denominan caspa y que traen de cabeza a muchos, más hombres que mujeres según los estudios.

Si bajamos un poco, hasta la cara, en el espacio que tenemos entre las cejas y en la piel externa de la nariz habita una de las bacterias más importantes de la piel, la Propionibacterium acnes. Su nombre la delata: es la responsable tus problemas de acné en la adolescencia. De hecho, según un estudio publicado en enero en Journal of Investigative Dermatology, esta bacteria puede contener una cepa mala que ataca al sistema inmunitario y produce la formación de granos y las espinillas, y otra buena cuyo papel es precisamente proteger la piel de las bacterias más malévolas. Además, y alimentándose justamente de Propionibacterium acnes, en nuestro rostro se aloja a menudo un ácaro (una especie de araña liliputiense) que vive en los folículos y se reproduce en las grietas de tu piel. Me imagino que a estas alturas ya habrás ido corriendo al baño a lavarte la cara y te estarás mirando, con cuidado, con ese espejo de aumento que tienes junto al lavabo. No te esfuerces, estos bichos no crecen más de 0,4 milímetros, así que no podrás verlo, a no ser que metas la cara bajo el microscopio. De paso, si nos asomamos a la boca, encontramos más de 25 especies conviviendo, que han sido estudiadas durante años en el Instituto Forsyth de Boston. Entre ellos, el Streptococcus mutans, una bacteria asociada a la producción de las caries.

Vamos a la axila: la fauna bacteriana local se estará dando un festín con el fluido que segregan las glándulas apocrinas, por lo que, si no te pones desodorante, olerás a “humanidad”.

[image id=»61824″ data-caption=»Los Costridiales (1), Micrococcus (2), Estafilococos (3) y Bacillus (4) son los cuatro tipos de bacterias más numerosos en esta zona.» share=»true» expand=»true» size=»S»]

Una vez en el ombligo, te adentrarás en una especie de selva tropical bacteriológica. De hecho, según el estudio del Departamento de Biología de la Universidad de Carolina del Norte en Raleigh liderado por Robert R. Dunn, hay nada más y nada menos que 2.368 especies distintas de bacterias. Algunas de ellas se han descubierto en esa cavidad que muchos consideran el centro de su mundo. Tal fue el hallazgo que se ha constituido un Proyecto para la Biodiversidad del Ombligo que pretende seguir estudiándolas y analizando su actividad.

En un paseo por la zona genital descubrimos que las féminas tienen hasta cinco tipos distintos de comunidades microbianas vaginales que, según investigaciones recientes, van cambiando a lo largo de su vida. Además, sabemos que estas bacterias son las primeras pobladoras de la piel de los bebés que nacen por vía vaginal, según una investigación publicada en 2010.

Por último, los Institutos Nacionales de Salud han publicado en Nature que sólo en el talón tenemos cerca de 80 tipos diferentes de hongos (como los Aspergillus, Cryptococcus, Rhodotorul y Epicoccum), 60 en las uñas y otros 40 entre los dedos de los pies. También en esta zona está presente el causante del legendario pie de atleta, el Trichophyton rubrum, un hongo que se desarrolla en los espacios húmedos (también es el responsable de la tiña inguinal) y cuyo primer indicio son zonas escamadas de color rojo intenso.

Redacción QUO