En 1962, un montañero llamado David McPherson realizó un sorprendente descubrimiento en los montes Lutes, en Canadá. Se trataba de una enorme caja metálica de color blanco, que estaba colgada de unos árboles, junto con unos arneses que parecían los restos de un paracaídas. McPherson nunca llegó a saber de que se trataba ya que, cuando anunció el hallazgo, las autoridades le arrebataron la caja sin darle ninguna explicación.
Lo que ocurre es que el montañero era un personaje un tanto paranoico, que estaba obsesionado con el espionaje y con las actividades de la CIA. Durante toda su vida sostuvo que lo que él encontró era algún ingenio que pertenecía a la agencia de inteligencia estadounidense. Como era de esperar, nadie le creyó y durante mucho tiempo tuvo que aguantar las bromas de sus conocidos al respecto.
Pero, ahora, 55 años después, se ha descubierto que McPherson, aunque solo fuera por cosa del azar, tenía razón. Documentos oficiales desclasificados han revelado que la caja encontrada en las montañas canadienses era un prototipo de dispositivo fotográfico, que formaba parte de una nueva estrategia que estaba ensayando la CIA. Consistía en colocar cámaras en globos para hacerlas volar desde el territorio de Alaska hasta la Unión Soviética.
El proyecto acabó abandonándose porque se reveló que no resultaba muy práctico.
Vicente Fernández López
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