Excavaciones realizadas en Jerusalén han servido para encontrar indicios que confirman que, el relato bíblico que narra el incendio y la destrucción de la capital del reino de Israel por los babilonios, es cierto.
Los arqueólogos han encontrado restos de un incendio con una antigüedad aproximada de unos 2.600 años, lo que coincide con el período en el que se cuenta que se produjo la destrucción de la ciudad, que se suele fechar en el 587 adC. Junto a ellos también han aparecido restos de vasijas consumidas por el fuego, y algunas muestras de arte hebreo, entre ellas la estatuilla de una mujer con un corte de pelo a la moda egipcia.
La Biblia cuenta que el profeta Jeremías maldijo a sus compatriotas hebreos por sus muchos pecados, y profetizó que si no se arrepentían los babilonios destruirían la ciudad. Y su maldición se hizo realidad, porque el rey Nabucodonosor mandó un poderoso ejército que asedió Jerusalén con torres de asalto.
Los israelitas no se rindieron, y los babilonios tardaron un año y medio en conquistar la ciudad. Pero, cuando lo hicieron, entraron en ella a sangre y fuego. Centenares de personas que se habían refugiado en el templo fueron pasadas a cuchillo y, según los textos sagrados, el lugar quedó anegado en sangre.
La familia del rey hebreo Sedecías, fue asesinada delante de los propios ojos del soberano, y los supervivientes de la matanza fueron llevados cautivos a Babilonia, dejando tras de si una ciudad arrasada y consumida por las llamas.
Vicente Fernández López