La película Handia ha sido la película que más premios Goya ha ganado de la historia. Cuenta la historia de Mikel Jokin (Miguel Joaquín) Eleizegi Arteaga, un personaje que a mediados del siglo XIX fue conocido como el Gigante de Alzo. Nacido en 1819 en la localidad guipuzcoana de Alzo, padecía acromegalia, una enfermedad causada por un defecto de la glándula pituitaria que provoca una secreción excesiva de la hormona del crecimiento.
Mikel llegó a pesar 212 kilos y a medir 2,27 metros de estatura. Por ese motivo, y dado que en aquellos tiempos eran muy populares las ferias en las que se exhibían los llamados fenómenos humanos, un empresario local le propuso al padre del muchacho contratar a su hijo para un espectáculo de esa índole. Como curiosidad, hay que destacar que aún se conserva el contrato que se firmó en aquella ocasión en el que se especifica que, entre otros derechos, Mikel debía tener libertar para acudir a misa a diario.
La primera exhibición se realizó en Bilbao y, rápidamente, se convirtió en un personaje muy popular. Tanto que llegó a ser presentado a la reina Isabel II e inició una gira que le llevó por varios países europeos, entre ellos Francia e Inglaterra. Desafortunadamente, Mikel murió muy joven. Falleció de tuberculosis a los 43 años y, pese a su «éxito», parece ser que no fue un hombre feliz, ya que le atormentaba su anomalía física y se describía a si mismo como un aborto de la naturaleza. Posteriormente, su tumba fue saqueada y sus restos fueron robados, presumiblemente para venderlos a algún coleccionista morboso.
Reproducimos aquí un fragmento de la deliciosa crónica queun periódico de la capital de España publicó en 1851 con motivo de la visita del gigante vasco a la corte madrileña: «Otra de las recientes novedades es la llegada del gigante Joaquín Eleicegui á la corte de España, después de haber recorrido las extranjeras. No es esta sin embargo la primera vez que nos visita el Goliat guipuzcoano; y si mal no recordamos, en 1843, siendo todavía muy pollo, aunque espigadito
ya, hizo admirar á los madrileños sus colosales dimensiones».
Otro «fenómeno humano» de la época, y contemporáneo de Mikel Jokin, fue Agustín luengo Capilla, conocido como el Gigante extremeño, que llegó a medir 2,35 metros, y cuyos restos se conservan en el Museo Nacional de Antropología, en Madrid.
Vicente Fernández López