Resistió a los pictos (los primitivos escoceses) y a los invasores sajones. Pero, ahora, más de 1.500 años después de su construcción, el Muro de Adriano está sucumbiendo ante una nueva invasión imposible de contener: los turistas. El aumento de viajeros ha provocado que esta construcción de origen romano se deteriore hasta tal punto, que las autoridades han tenido que transportar en helicóptero 35 toneladas de piedra para tratar de reconstruir unos diez kilómetros de esta fortificación.

El muro fue construido por orden del emperador romano en el período que va del año 122 al 132 de nuestra era. Su objetivo era proteger la parte romanizada de la actual Gran Bretaña de los pictos, las tribus bárbaras del norte. La muralla abarcaba unos 117 kilómetros de longitud, y tenía una altura de algo mas de cuatro metros. Está reforzada además por catorce grandes fuertes y otros ochenta más pequeños.

Y, aunque resultó una defensa bastante eficaz, los pictos lograron atravesarla en tres ocasiones. Después de la última de ellas, alrededor del año 380 de nuestra era, y coincidiendo con el declive del poderío romano en la isla, la muralla fue abandonada.

Solo se ha conservado fragmentos de la misma, ya que en muchos sitios los lugareños utilizaron sus piedras para realizar otras construcciones. Durante todo este tiempo se le ha considerado al frontera simbólica entre Inglaterra y Escocia, aunque la real se encuentra situada muchos kilómetros más al norte.

Vicente Fernández López