En Estados Unidos, el Bigfoot es tan popular como el Yeti. Numerosas personas afirman haber visto a esta legendaria criatura, aunque nadie ha logrado presentar ninguna evidencia que permita, no ya probar su existencia, sino plantear siquiera la remota posibilidad de que este ser sea real. Y una de esas personas es una mujer californiana llamada Claudia Ackley.
La primera vez que Claudia afirma haber visto al Bigfoot fue en 1997. Desde entonces ha recorrido varios bosques californianos tratando de encontrarlo de nuevo. Y, recientemente (siempre según sus palabras), tuvo un nuevo encontronazo con la criatura, a la que describió como un neandertal cubierto totalmente de pelo y con una estatura de casi dos metros.
La cosa no tendría mayor importancia, sino fuera porque la mujer ha presentado una demanda contra el estado de California, por no considerar al Bigfoot como una especie más. Su abogado alega que al no gozar de esa consideración, las autoridades no hacen nada por preservar el entorno natural en el que vive la supuesta criatura.
¿Delirante? Sin duda, aunque nos imaginamos que esta demanda no tendrá mucho recorrido en los tribunales californianos.
La leyenda del Bigfoot está tan arraigada en la tradición norteamericana, que ya se ha convertido en una figura entrañable del folclore de Estados Unidos. Algunos la vinculan con otra criatura mítica, el Wendigo, que formaba parte de la mitología de los antiguos pieles rojas, aunque hay quien no está de acuerdo con establecer ese lazo entre ambas. ¿La causa? Los relatos orales de los nativos se refieren al Wendigo como una criatura casi maléfica, que se alimenta incluso de carne humana. Mientras que los referentes al Bigfoot hablan de él como un ser esquivo, que nunca ataca al ser humano, y que huye de su presencia.
Sea como sea, lo cierto es que ambos sí tienen una cosa en común: son seres que solo existen en el ámbito de lo legendario.
Vicente Fernández López