Cuando contemplamos las reconstrucciones que se han realizado del Hombre de Neandertal, hay algo que nos llama poderosamente la atención: sus enormes narices. Y, ahora una investigación realizada por la Universidad de Nueva Inglaterra en Australia, ha descubierto la causa de esta peculiaridad anatómica.

Los investigadores han comprobado que el tamaño de esas narices eran un recurso evolutivo que les permitía sobrevivir al frío. Las simulaciones realizadas revelaron que sus enormes fosas nasales les permitían humedecer y calentar el aire frío que respiraban de una forma más eficaz que el Homo sapiens.

Al ser de constitución muy grande y fuerte, los neandertales tenían unas necesidades energéticas muy elevadas. De hecho, se calcula que necesitaban consumir casi 5.000 calorías diarias para sobrevivir a los fríos inviernos de aquellos tiempos. Por ese motivo, necesitaban también consumir más oxígeno para poder quemar las grasas, los hidratos y las proteínas. Y sus enormes narices les permitían, a la vez, aspirar más aire y calentarlo de una manera más efectiva, antes de introducirlo en su organismo.

Fuente. LiveScience

Vicente Fernández López