Donald Trump ha tomado una decisión con la que, por una vez, es imposible no estar de acuerdo. El presidente estadounidense ha decidido conceder el perdón póstumo a Jack Johnson, una de las más grandes leyendas del boxeo. Nacido en 1878 fue el primer púgil de raza negra que consiguió coronarse Campeón Mundial de los Pesos Pesados, aunque fue víctima del racismo imperante en aquella época.
Johnson ganó el título en un un combate en 1903 contra James Jeffries, aunque su su pelea más famosa fue la que libró el 1908 contra el australiano Tommy Burns y que motivó incluso un artículo del escritor Jack London titulado «La gran esperanza blanca», en el que instaba al boxeador australiano a recuperar el título de campeón que estaba en manos de un negro. Como se ve, London tenía sentimientos racistas bastante acusados.
Su calvario comenzó en 1912, a raíz de sus relaciones con una mujer de raza blanca llamada Lucille Cameron. El boxeador fue arrestado y condenado a prisión, acusado de un delito que ya no existe: transportar mujer blancas de un estado a otro con propósitos inmorales.
Pero Johnson huyó del país y pasó varios años residiendo en Europa, llegando a vivir un tiempo en Madrid y Barcelona. En esta ciudad libró incluso un legendario combate contra el púgil y poeta Arthur Cravan, sobrino del mismísimo Oscar Wilde. Por supuesto, una vez más ganó Johnson.
En 1921, regresó a Estados Unidos y pactó cumplir parte de su condena, tras lo cual siguió boxeando. Finalmente falleció en 1946. Ahora, el presidente Trump ha decidido indultarle por aquel absurdo delito que motivó su injusta condena. Lo ha hecho a petición de sus descendientes, que pusieron en marcha una iniciativa para lograr el indulto. Y, curiosamente, eligieron a Sylvester Stallone como portavoz de la misma. De hecho, fue el actor quien se reunió con Trump para contarle la historia de Johnson.
Conviene recordar que tras Jack Johnson, el siguiente Campeón Mundial de los Pesos Pesados de raza negra fue otro legendario boxeador llamado Joe Louis, quien ganó el título en 1937.
Vicente Fernández López