La batalla de Wagram tuvo lugar los días 5 y 6 de julio de 1809 en la localidad del mismo nombre, en suelo austriaco, y en ella se enfrentó el ejército de Napoleón contra el del Archiduque Carlos de Austria. Fue una de las grandes victorias del emperador francés, y también una de las más sangrientas, ya que se calcula que el número de víctimas ascendió a los 55.000.
Ahora, un equipo de arqueólogos ha desenterrado una gran fosa común con los restos de aproximadamente 50 soldados fallecidos en aquella batalla. Junto a ellos también han aparecido diversos objetos como monedas, armas y otros accesorios del equipo militar. Todo parece indicar que los cuerpos fueron enterrados con sus uniformes. Por supuesto, la tela de los mismos se ha deteriorado, pero no así los botones y otros elementos metálicos que han permitdo establecer la nacionalidad y el rango de los fallecidos.
En su mayoría, los restos pertenecen a soldados austriacos, aunque también se han encontrado los de un oficial francés. Los investigadores han analizado los huesos para intentar averiguar el estado de salud de aquellos combatientes, y ha encontrado signos de que la mayoría padecía deficiencia de vitamina C, y de algunas enfermedades como la neumonía. Los huesos también mostraban señales de inflamación, causada con toda seguridad por el esfuerzo de tener que cargar con sus armas y macutos durante las largas marchas.
Fuente: LiveScience.
Vicente Fernández López