La publicación IFL Science recoge la divertida historia que una mujer llamada Nicole Stamp ha relatado en Twitter. La mujer ha contado que en su primer año de universidad se ofreció para participar como voluntaria en una experimento psicológico.

Los investigadores sometieron a Nicole a un test bastante agresivo. Le preguntaron si se sentía gorda, cuántas veces había intentado apuntarse a un gimnasio o hacer dieta, o si se sentía acomplejada por tener sobrepeso. Una vez completada la prueba, la hicieron pasar a una sala y le dijeron que esperara un rato antes de comenzar la segunda parte del experimento.

Nicole se encontró así sentada en una mesa en la que había una bandeja con abundantes cookies. Probó una y encontró que estaban deliciosas, así que comió otra, y otra, y otra… hasta veinte. Finalmente, los investigadores regresaron y le dijeron que por un imprevisto la segunda parte del experimento no podía realizarse.

Fue así cuando la mujer se dio cuenta de la trampa que le habían tendido. Sin cortarse un pelo, les preguntó a los investigadores: «Decidme la verdad… El experimento consistía en realidad en contar cuántas galletas me he comido». Los investigadores tuvieron que confesar que era así.

Le explicaron que el experimento consistía en crear en las voluntarias mediante el test una especie de sentimiento de incomodidad hacia el tema del sobrepeso, y luego ver si eso evitaba que cayeran en la tentación de comerse las cookies. Tal y como le contaron a Nicole, en la mayoría de las voluntarias la regla se cumplió ya que o no comieron ninguna galleta, o solo se comieron una o dos. Pero ella, comiéndose viente, hizo saltar en pedazos todos los esquemas.

Pero, claro, hay que tener en cuenta que Nicole es una mujer sin complejo alguno con el tema del peso. Tal y como dijo en Twitter: «Me gusta comer como un rey medieval». Y no se avergüenza de ello.

Fuente. IFL Science.

Vicente Fernández López