La más grande científica viva
Para descubrir a la verdadera Hipatia, o al menos a la que mereció pasar a la historia por sus propios méritos y logros, y no como involuntario símbolo de según qué causas y revoluciones, hay que adentrarse en las librerías que acogen las obras matemáticas. En ellas se nos ofrece una visión del personaje mucho más austera y, por lo mismo, seguramente más ajustada.

La de una mujer estudiosa que, aun a pesar de no realizar ningún descubrimiento o contribución original, llegó a ser considerada por sus contemporáneos como el más grande matemático vivo; y también como una formidable maestra por su capacidad para hacer comprensible dicha materia a sus alumnos.

O, tal y como lo sintetiza el prestigioso divulgador científico Simon Singh al hilo de El enigma de Fermat: “Hipatia, hija de un profesor de matemáticas de la Universidad de Alejandría, fue popular por dar los discursos más famosos del mundo conocido y por ser la mejor entre los que se dedicaban a la resolu­ción de problemas. Matemáticos que habían permanecido meses agobiados con un problema concreto le escribían pidiendo una solución y ella rara vez desencantaba a sus admiradores”.

¿Pero cuáles eran esos problemas y cuestiones que estudió y divulgó con indudable éxito y por los que ganó tanta fama? Pues presumiblemente los mismos que ocuparon a la mayoría de los matemáticos griegos de su época­­­. Dedícale unos minutos a los mismos acertijos matemáticos que ocuparon a Hipatia.

Ahora, gracias al cine, el nombre de Hipatia volverá a estar en la boca de todos, estén o no interesados en las matemáticas. Bienvenida sea la ocasión si sirve para redescubrir la figura de esta mujer excepcional.

Redacción QUO