Quién le iba a decir a Susan Boyle, una mujer de mediana edad, en paro y con una vida sentimental no muy exitosa, que a raíz de su triunfo en el reality Britain’s Got Talent, una productora pornográfica le iba a ofrecer un millón de euros a cambio de perder su “honra” en la pantalla.
El mito del virgo, lejos de estar muerto y enterrado, renace con fuerza en determinados sectores de la sociedad. Por un lado, proliferan cada vez más los grupos provirginidad, y por otro, muchas mujeres están empezando a descubrir que sacar su himen a subasta para vendérselo al mejor postor puede ser un buen negocio.
Por un puñado de dólares
El caso más famoso de todos es el de una joven estadounidense, conocida como Natalie Dylan, que ya tiene incluso su entrada propia en la Wikipedia. Según afirma en su blog, lo hizo: “Para pagar un máster universitario”, inspirada por su hermana mayor, quien “se financió los estudios trabajando como prostituta”. Dylan afirma que llegó a conseguir la nada desdeñable oferta de 3,8 millones de dólares (unos 2,9 millones de euros, al cambio de hoy) por parte de un acaudalado australiano, aunque ya había recibido ofertas de más de 10.000 interesados.
La joven se mostraba dispuesta a someterse, ante testigos, a una exploración médica que certificara la presencia de su himen intacto, y se mostró sorprendida por el atractivo sexual de la virginidad. En una entrevista con la CNN, manifestó: “Es probable que algunos hombres busquen vírgenes porque las quieren exhibir como trofeos o porque buscan pureza”, dijo. “Pero por qué están dispuestos a pagar tanto dinero por la virginidad, no lo entiendo”.
Siguiendo su estela, en septiembre de 2008 una estudiante alemana, Alina Percea, ofreció su virgo por algo menos de 7.000 euros. Y la última en subirse al carro de la venta de su “primera vez” a cambio de dinero ha sido este verano Evelyn Dueñas. Lleva 7 años viviendo en España y cuenta que le surgió la idea al ver los anuncios que habían puesto otras jóvenes: “Me puse un día a buscar en internet y salió lo de las chicas que subastan su virginidad, y me dije: por qué no hacerlo yo”.
Los requisitos que pide al interesado son: “Un certificado médico que muestre que se encuentra bien, el compromiso de que solo será una noche y que iré acompañada, que usaremos preservativo y que solo habrá penetración, y nada más. Caricias no”, afirma Evelyn.
La razón que mueve a Evelyn, según explica, es tener que cuidar a una madre en un estado delicado de salud y, además, poder continuar sus estudios de medicina. La otra cara de la moneda son los grupos sociales que llevan la virginidad como bandera. Vírgenes, que no castas. “Con excesiva frecuencia se cae en una moral farisaica, como está sucediendo en determinados grupos de jóvenes estadounidenses, que siguen ‘incólumes’ porque mantienen intacto el himen, pero practican todo tipo de relaciones sexuales a excepción del coito vaginal”, señala la psicóloga Carmen Bermejo Romero.
Cuando la abstinencia se reduce a la no fornicación, los resultados son desastrosos. Investigadores de las Universidades de Yale y Columbia detectaron que las probabilidades de contraer una enfermedad de transmisión sexual (ETS) son las mismas, ya que esas personas suelen recurrir al sexo oral y anal, y apenas usan preservativos. Mientras tanto, en la ciudad China de Wuhan, las Autoridades cobran a quien desflore a una mujer antes del matrimonio. La medida está pensada para disuadir a la población de entregarse a la lujuria.
Redacción QUO