Es el ruego de las pacientes de una himenoplastia y el pivote que soporta la cultura de la virginidad. “Mentalmente, el hombre tiene muy asociado el sangrado con la pérdida de virginidad. No hay más que ver el rito gitano. Pero a veces es casi imperceptible o nulo. Como en el llamado ‘himen complaciente’: la membrana tiene elasticidad suficiente para permitir una penetración sin desgarro”, según la psicóloga y sexóloga Carmen Bermejo Romero.
“Por otra parte”, insiste, “algunos acaban siendo cazadores cazados. La himenoplastia se practica con más frecuencia, y en internet se vende por menos de 30 euros un himen artificial que se coloca antes de la relación sexual. Ya iniciada, exuda un líquido parecido a la sangre.
Redacción QUO