El mundo del frikismo cinematográfico es un pozo sin fondo. Cuando parece que los aficionados ya no pueden encontrar una película más delirante, excavan y aparecen más. En la época previa a internet, Ed Wood era el santo patrón del cine cutre. Parecía difícil poder ver películas más zarrapastrosas que las suyas, pero aparecieron. Los inenarrables filmes de terror del brasileño  Mojica Marins, protagonizados por una especie de Tío Camuñas vestido de enterrador y con unas uñas de casi veinte centímetros de largo; los monstruos de goma de nuestro compatriota Juan Piquer Simón; o cintas tan surrealistas y demenciales como la hongkonesa Cole, cole que te como, Bruce Lee contra el gay power, o Manos: the hands of fate, protagonizada por un pobre yonkie al que los productores le privaban de su dosis para que interpretase en pleno síndrome de abstinencia y así su personaje resultase más aterrador (cuando lo realmente aterrador era imaginar un comportamiento tan mezquino)

Pero, actualmente, gracias a internet lo friki no es haber visto estas película. Lo auténticamente friki es no haberlas visto al menos diez veces. Por eso, los amantes del cine bizarro buscan nuevos horizontes en los que poder descubrir películas de esas que los aficionados consideran «tan malas que casi son buenas». Y el nuevo descubrimiento se ha producido en Uganda. Se trata de Issac Nabwana, autor de Who killed the captain Alex?. Un fan africano de los filmes de Sylvester Stallone y Arnold Schawarzenegger que, con más voluntad y pasión que medios y talento, ha rodado la que está considerada la primera película de superacción de dicho país.

Lo de SUPERacción es una forma de hablar, porque Nabwana ha hecho su película con un presupuesto de poco más de doscientos dólares. Lo que se traduce en un festival de metralletas de plástico, muertes grotescas con antiactores que se mueven aún cuando hacen de cádáveres, patéticos helicópteros infográficos que (se supone) bombardean un chroma de la capital de Uganda, y kárate… sobre todo, mucho kárate. Nabwana filma sus películas en un barrio llamado Wakali, usando a sus voluntariosos vecinos como actores y extras, y luego distribuye las cintas en DVD y a través de youtube.

Aunque su primera película es 2010, ha sido ahora cuando gracias a la red su obra ha llegado a ser conocida en todo el mundo . Y ya se ha organizado una campaña de crowdfunding para financiar su próximo filme. Lleva recaudados más de ocho mil dólares, lo que hará que su siguiente trabajo sea casi una superproducción comparado con sus anteriores obras.

Hay que decir que el éxito del cine bizarro africano no es un fenómeno nuevo. A finales de los 90 se hizo famoso el cine de Nigeria, país con la «industria» más potente del continente negro, conocida como Nollywood. En una década se han rodado allí casi mil doscientas películas. La mayoría de ellas grabadas en vídeo digital, pero que se distribuyen con gran éxito entre las comunidades nigerianas de todo el mundo. Entre dicha producción hay de todo. Desde cintas de realismo social a musicales. Pero quizás la que ha conseguido una mayor difusión ha sido Mayusonata, entrañable versión africana de Titanic, toda ella con protagonistas locales, filmada con cuatro perras y que fusila (es decir, roba) con total descaro las escenas más espectaculares de la película de James Cameron. Esto si que es auténtico cine de guerrilla y hay que verlo para creerlo.

Pero si quieres ver películas aún más alucinantes que las africanas, no te pierdas las que te proponemos a continuación. Diez cientas irrepetibles (afortunadamente, dirían algunos),  filmes que no pueden haber sido concebidos por una mente normal. ¿Te atreves a acompañarnos en este breve pero suculento paseo por los abismos del infracine?

Drácula contra el travesti (1952)

A principios de los años 50, Bela Lugosi se vio embarcado en una gira teatral para representar un montaje de Drácula que le llevó hasta Londres. Pero la compañía quebró y el actor se encontró en Inglaterra sin medios para poder regresar a su patria. Fue entonces cuando recibió la oferta de un productor para rodar una película junto a Arthur Luncan, alcoholizado actor de music-hall que actuaba siempre vestido de anciana. El rodaje fue un caos. Luncan se lo pasó borracho, y su esposa, la actriz Kitty McShane, se acostó con todos tras confesarse ninfómana y proclamar la impotencia de su marido. Y Lugosi, consciente tal vez del bochornoso espectáculo en el que estaba involucrado, realizó la más lamentable interpretaciíon de su, ya de por si, bastante lamentable carrera. No comento el argumento porque no tiene ni pies ni cabeza, aunque eso sí, en la peli salen un vampiro y un travesti.

La venganza del sexo (1966)

El cine argentino está de moda. Pero conviene recordar que en un pasado no muy lejano parecía que algunos cineastas porteños habían perdido el juicio por completo. Uno de ellos fue el inclasificable Emilio Vieyra en cuya aberrante filmografía destaca este… este… Es que no encuentro palabras para definirlo. La trama de la cinta gira en torno a un científico demente que secuestra a personas para experimentar con su sexualidad. «Quien domine el sexo dominará el mundo», exclama en un momento. Secuestra a unos yonkis, a unos hippies, a una bailarina de strip tease y al policía encargado de investigar el caso, a los que somete a todo tipo de absurdos experimentos. La película atesora además uno de los diálogos más descacharrantes jamás escritos, mantenido entre el policía y la bailarina, de la que se ha enamorado.

-Ella. ¿Por qué estás tan preocupado?

-Él. Te han convertido en una ninfómana.

-Ella. No debes preocuparte por eso. Sólo significa que puedo hacerlo cuando quiera.

-Él. Es horrible lo que te han hecho.

-Ella. No me digas eso. Muchas mujeres son así.

-Él. No me importna las demás. Y no me gusta que estés siempre tan caliente.

-Ella. ¿Me amas entonces?

-Él. Te amo desde que el doctor nos unió.

En fin… Prueben a leerlo tres veces seguidas y comprobarán los lisérgicos efectos que semejante diálogo es capaz de provocar en sus cerebros.

Santo contra los marcianos (1966)

Si los marcianos existen y tienen una pinta parecida a los tipos de la foto, no es de extrañar que el SETI haya echado el cierre y abandonado definitivamente la búsqueda de vida extraterrestre. Pero, bueno, vamos con la película. Santo, el enmascarado de plata es un personaje entrañable y un heroe nacional para el público mexicano. Este ídolo del wrestling protagonizó varias docenas de películas entre las que figuran algunas incluso bastante potables. Pero la mayoría de ellas son bastante chapuceras, llevándosela palma la que aquí comentamos. La trama no es nada del otro mundo. Los marcianos, hartos de ver como los seres humanos nos autodestruimos unos a otros decicen darnos un ultimatum. Llegan a la Tierra e interrumpen la programación televisiva (concretamente un programa sobre charros mexicanos), para lanzar su mensaje. «Todos los gobiernos de la Tierra deberán aceptar el desarme total,eliminar fronteras y unificar su idioma. De lo contrario, serán aniquilados». Afortunadamente, por ahí andará el Santo dispuesto a darles su merecido a los fondones alienígenas. y es que resulta imposible tomarse en serio a unos invasores del espacio que lucen semejantes trazas.

Delirios de un anormal (1969)

Mojica Marins es un personaje singular. Primero, porque es el único director brasileño especializado en cine de terror, y segundo por su imagen, ya que es una especie de «tío Camuñas» vestido siempre de negro y con unas larguísimas y afiladas uñas que serían la envidia de Fu-Manchú. Sus películas son cuando menos singulares, pero entre todas brilla especialmente esta cinta inclasificable. En principio iba a ser un documental didáctico sobre las alucinaciones del LSD, pero se transformó en una película llena de imágenes enfermizas: un Moisés que viola a una mujer con su báculo de madera, viejos que miran a una joven meando, culos con caras pintadas que fuman… En fin, el colmo del absurdo lisérgico. Eso si, el título español le va como anillo al dedo, ¿no creen?

El clan de los nazarenos (1975)

Una película de Semana Santa que nunca se emite por ninguna televisión ¿Por qué será? Pues es una pena ya que se trata de una de las cintas más disparatadas que un servidor ha tenido ocasión de contemplar. Su protagonista, interpretado por el solvente Javier Escrivá, es un sacerdote tentado por el lado oscuro; ya saben, la carne, las drogas, el dinero… y que lidera una banda de delincuentes formada ¡por cofrades sevillanos! El fulano tiene un plan realmente diabólico. Llevar una vida absolutamente pecaminosa y en el último momento, cuando esté a punto de morir, arrepentirse para así salvar su alma. Un auténtico genio del mal, como verán ustedes. Pero como existe la justicia poética, la muerte sorprenderá a nuestro entrañable villano sin darle tiempo a arrepentirse y, acabará purgando sus maldades en el fuego del infierno. ¿Y luego dicen que el cine religioso no es divertido?

Inchon (1980)

Incluso Hollywood atesora alguna superproducción cuya gestación encierra una historia vergonzosa y disparatada. En 1979, Sun Myung Moon, líder de la famosa secta Moon, se sintió deprimido. Salió a dar un paseo por las calles de Seul y, sin saber muy bien como, se encontró dentro de un cine, y entónces volvió a recuperar la alegría y el ánimo. El místico interpretó aquello como una señal divina según la cual el Ser Supremo quería que produjese una película. El reverendo Moon empeñó los fondos de su organización en financiar junto a una productora americana una superproducción sobre la Guerra de Corea. No se repararon en gastos y para el reparto se contrató  a actores de la talla de Jacqueline Bisset, Lawrence Olivier y Ben Gazzara. Pero, tal vez Dios no le habló al reverendo con suficiente claridad, o este no supo interpretar los designios celestiales de la forma correcta, porque la película se convirtió en uno de los diez mayores fracasos comerciales de toda la historia del cine.

Cole, cole, que te como (1980)

Dado que el título original de este filme de Hong Kong es We are going to eat you, convendrán conmigo estimados lectores en que el distribuidor español tenía el día gracioso cuando decidió rebautizar la cinta para su estreno en nuestro país. Nos encontramos frente a una de las primeras películas de Tsui Hark, hoy considerado uno de los grandes del cine asiático (como un cruce entre Bresson y Hal Hartley), pero que comenzó su carrera haciendo bizarradas como esta. A principios de los 80, la industria de cine de Hong Kong se desmoronó y el negocio pasó a manos de las triadas que solo financiaban filmes de sexo y violencia. Hark, aprovechó la coyuntura para rodar esta especie de remake amarillo de La matanza de texas. Un ladrón de joyas apodado Rolex llega a una isla situada cerca de Hong Kong, perseguido por un policía y su confidente. Los tres involuntarios turistas se encontrarán con que la isla está poblada por una comunidad de lugareños hoscos y con costumbres gastronómicas bastante suigéneris. Les gusta la carne… pero humana. Lo que sigue es un despliegue insólito de atrocidades combinado con un sentido del humor absolutamente chiripitifláutico. Quizás es que haya que ser chino para pillarle el punto a la película. Ah… y está protagonizada por el plantel de tipos más feos que un servidor haya visto jamás en una pantalla de cine.

Neumonía erótica y pasota (1981)

Ya estamos frente a una de esas películas que hacen que algunos de ustedes crean que me las invento. Pero no. Les aseguro que este engendro existe. Y la palabra engendro se queda corta para describir a un filme que trata sobre el síndrome del aceite de colza, pero que lo utiliza como objeto de mofa y escarnio y como pretexto para construir una comedia de destape que roza los abismo de la subnormalidad más desatada. La protagonista es una secretaria con un problema sexual, ya que siente aversión a que los hombres la toquen. La moza toma el dichoso aceite de colza y los efectos que el brevaje opera en su cuerpo son inimaginables, ya que cada vez que se excita sexualmente pasa a convertirse en la prima vacaburra y rosácea de Hulk, repartiendo mamporros a diestro y siniestro entre todos los varones que tienen la desdicha de encontrarse cerca. La película se rodó justo un año antes de los Mundiales de España, y entre los personajes figura un vidente que vaticina que nuestra selección ganará la Copa del Mundo en 1982. Un hacha el tipo, un hacha.

Dünyayi kurtaran adam (1982)

Señoras y señores, les presentamos una gema que no debería faltar en ninguna videoteca. La versión turca de Star Wars. Probablemente, la cinta más costrosa jamás filmada. Rodada en un descampado de las afueras de Ankara, una odisea de baratillo con monstruos de peluche y superhéroes de saldo cuyo máximo poder es saltar con la ayuda de una cama elástica. Parece una película filmada por un grupo de chabolistas, dadas las cimas de indigencia cinematográfica que alcanza. Pero como dijo alguien, es la constatación de que el infracine, al igual que las cucarachas, sobrevivirá incluso al holocausto nuclear.

International Gorillay (1990)

El legado del cine talibán no es muy abundante que digamos, pero entre las diversas costras que facturaron estos sujetos mientras gobernaban en Afganistán, destaca esta perla inenarrable. Su argumento se ceba con el escritor Salman Rushdie, el autor de Los versos satánicos, retratado como un villano de opereta surgido de una mala imitación de las películas de Bond. Rushdie, en esta película, encabeza una maquiavélica conspiración para abrir una cadena de clubs nocturnos en Oriente Medio, con drogas y furcias gratis, para corromper los preceptos del Islam. En serio, no me lo estoy inventado… El climax de la película se produce con una  alucinante persecución callejera en la que Rushdie escapa por las calles de Karachi, perseguido por los héroes de la función, tres fondones miembros de El ejército de Alá ¡disfrazados de Batman! Finalmente, el escritor sacrílego recibe su «merecido» castigo cuando su cabeza estalla por el impacto de los rayos láser que recibe de un enjambre de coranes voladores.