Como cada verano España arde en fiestas y, practicamente, no hay ciudad o pueblo que no organice sus festivales taurinos o sus encierros. Este año, además, se ha convertido en noticia la historia de Ratón, el llamado toro asesino, que hace poco se ha cobrado su tercera víctima.

Todo esto me ha motivado a hacer una galería sobre algo tan nuestro como son los toros. Pero he querido ofrecer una visión distinta: la cara más bizarra y surrealista de la tauromaquia. Que quede claro que este reportaje no está ni a favor ni en contra de la llamada fiesta nacional, y que ningún toro ha sido dañado o lastimado durante la gestación de esta absurda galería.

El toro de Phalaris

¿Aceptamos toro como instrumento de tortura? Pues no queda más remedio si tenemos en cuenta que entre los años 500 y 1700, este fue uno de los tormentos más populares que existían en Europa. Consistía en una figura de toro hecha de bronce cuyo interior estaba hueco y en el que se metía al reo. Luego, se encendía una hoguera debajo del ingenio de marras y el cautivo literalmente se asaba vivo. Además, sus gritos de angustia, salían por la boca de la figura y daba la impresión de que el toro estaba mugiendo. Divertido y encantador, ¿verdad? Pues la invención de este ingenio se atribuye a Phalaris, tirano de Agrakas (en Sicilia) quien, por ironías del destino, murió dentro de uno de estos sádicos ingenios, según cuenta la tradición.

Superhéroes en el coso

Los superhéroes sirven para todo. Lo mismo detienen un misil en pleno vuelo, que salvan a un avion de un desastre. Y, como no, más tarde o más temprano tenían que dejarse caer por la arena de una plaza de toros. Aquí tenemos ni más ni menos que a Wonder Woman, agarrando a un astado por los cuernos para salvarle la vida a Carmencita, una matadora que, según el tebeo, ha liquidado ya cincuenta toros. Conviene recordar que Superman y Batman también han cogido el capote en alguna de sus aventuras. Lo dicho: es que estos chicos/as sirven para todo.

El perverso Matador

Igual que en el mundo del cómic ha habido superhéroes que, por exigencias del guión se han convertido en toreros ocasionales, tampoco podía faltar un supervillano con capa y montera. Les presentamos a Manuel Eloganto, alias The Matador, enemigo de Daredevil y uno de los personajes más bizarros jamás creados por la editorial Marvel. Según el tebeo, Manuel Eloganto es un (ficticio) torero español que se granjea el odio del público por la despiadada crueldad con la que maltrata a los animales en la plaza. Durante una corrida en la que su sadismo supera ya todos los niveles, el respetable comienza a increparle. Manuel, furioso se vuelve hacia los espectadores para encararse con ellos. Un gesto bastante estúpido, ya que el toro aprovecha el despiste para embestirle. En el lecho de muerte, Manuel jura que volverá para vengarse. Y, efectivamente, por un extraño sortilegio, resucita convertido en The Matador un supercriminal capaz de las más horribles felonías.

Sombrerito contra Nerón

Las luchas entre toros y otros animales fueron un espectáculo bastante frecuente. Así, el 13 de febrero de 1898 en la Plaza de Madrid se celebró el duelo entre un elefante llamado Nerón y un becerro apodado Sombrerito. Hay que especificar que las crónicas de la época aseguran que el espectáculo no fue especialmente apasionante ya que, aunque el becerro embistió en dos ocasiones al paquidermo, durante los quince minutos siguientes los dos animales se ignoraron por completo, y tuvieron que ser retirados de la arena entre abucheos. Ernest Hemingway en su relato Muerte en la tarde, también hace referencia al enfrentamiento entre un toro llamado Hurón y un tigre de Bengala, celebrado el 24 de julio de 1904 en la Plaza de San Sebastian. En esta ocaisón el espectáculo si fue sangriento, ya que ambas fieras pelearon denodadamente hasta la muerte.

Super-Brocho

En esto de la lucha entre toros y otros animales, también hubo  astados que se ganaron un lugar en el corazón del público. Fue el caso de Brocho, un ejemplar que tras vencer a diez furiosos mastines durante uno de estos extraños festejos celebrado en Madrid el 4 de junio de 1883, fue indultado por aclamación popular.

El karateka torero

El maestro Oyama Masutatsu está considerado una de las grandes leyendas del mundo de las artes marciales. Nació en Corea en 1923, pero años después se instaló en Japón para perfeccionar su estilo de lucha. La leyenda cuenta que entrenaba doce horas diarias durante los siete días de la semana. Su entrenamiento consistía en sentarse a meditar bajo una cascada de agua helada, romper piedras de río con la mano, pelear con animales salvajes y utilizar los árboles como makiwara, término que utilizan los karatecas para referirse a un poste fijo que sirve para ser golpeado. En 1950 comenzó a poner en práctica el espectáculo por el que alcanzaría la fama, luchar contra toros con sus manos como única arma. En total, peló con 52 toros, tres de lo cuales murieron instantáneamente, y 49 fueron despojados de sus cuernos utilizando un golpe de mano sable ejecutado con el borde de la mano (llamado Shuto). Falleció en 1994 de un cáncer de pulmón.

El taurobolio

Este era uno de los ritos que se rendían en Roma en honro a la diosa Cibeles y consistía en degollar a un toro para posteriormente bañarse con su sangre. Según las crónicas de Prudencio (1006-1050), el sacerdote entraba desnudo de cintura para arriba en una fosa que se cubría a continuación con una plancha con orificios. Sobre ella se mataba el toro con una harpe (cuchillo con un saliente lateral a fin de provocar una gran hemorragia), y la sangre del animal se derramaba a modo de ducha sobre la cabeza del sacerdote.

Toros en el campo de batalla

¿Puede haber un arma más terrible que una estampida de toros? Puee gracias a ella, el pirata Henry Morgan conquistó la ciudad de Panamá en el año 1671. El corsario lanzó 2000 toros contra las tropas españolas que defendían la ciudad, arrollándolos por completo. Gracias a esta estratagema Morgan venció al enemigo sin dificultad y saqueó la ciudad a su gusto.

La cabalgada taurina de Dirce

En la milogía griega, Dirce era una ninfa que se casó con Lico el rey de Tracia. Pero la mujer tenía celos de la sobrina de su esposo, la bella Antíope, a la que maltrataba constantemente. La joven Antíope quedó embarazada de Zeus, pero Dirce aprovechó para calumniarla diciendo que se había acostado con su esposo. Antíope tuvo que huir para salvar su vida pero zeus vengó su honor enviando un ejército que conquistó el reino y capturó a Dirce. La celosa ninfa fue castigada atada al lomo de un toro salvaje que corrió furiosamente hasta que el cuerpo de la mujer quedó despedazado.

Quo Vadis

Hombres luchando desarmados contra toros ha habido muchos, tanto en la realidad como en la ficción, pero tal vez ninguno tan famoso como Ursus, uno de los personajes de la novela Quo Vadis de Henryk Sienkiewicz, convertida en película en 1950 por Mervyn LeRoy. En ella, la heroína Ligia, una esclava cristiana, es condenada por Nerón a morir en la arena del circo destrozada por un toro. En la novela, Ligia es atada al dorso del animal mientras que en la película la chica es encadenada a un poste para ser embestida por la fiera. Pero tanto en el libro como en el filme, es salvada por su sirviente, el forzudo Ursus, que con la fuerza de sus músculos agarra al toro por los cuernos y le rompe el cuello. Buff… Me ha dolido hasta a mí, solo de pensarlo.