¿Crees que El Capitán Trueno y el Santo Grial es un «truño» de mucho cuidado? ¿Te parece que Alatriste era un bodrio ininteligible? Tal vez, pero si no has visto ninguna de las películas que componen esta galería, entonces no conoces lo que realmente significa el término engendro. Atrévete a entrar y repasa con nosotros 10 grandes bodrios del cine español. Ya no se hacen películas como estas… Afortunadamente.
Poppers (1984)
Lo cierto es que el calificativo de engendro tal vez sea un poco excesivo para esta cinta que, en el fondo no es tan mala, pero que es rara de narices. El protagonista es un joven moderno de esos que pululaban por el Madrid de la movida, que se mete de todo, y en pleno cuelgue ve a su chica morreándose con otro y tiene la mala fortuna de matar al seductor. Huyendo de la ley, cae en manos de una organización de corruptos millonarios (interpretados por glorias venerables como Agustín González, Jose Luis de Vilallonga…) que le pagan una pasta para que se ofrezca a hacer de cebo en una cacería humana. El chaval sobrevive y regresa a Madrid perdiéndose en noches de vicio y desenfreno mientras planea vengarse de todo el mundo. El resultado es una película desconcertante, algo así como un cruce entre el Arrebato de Ivan Zulueta, el Acorralado de Stallone y El conde Zaroff, con estética sadomaso y filogay y que deja al espectador totalmente a cuadros.
Kibris, la ley del equilibrio (2005)
Señoras y señores, quítense los sombreros porque les presentamos la que puede ser sin duda la peor película de la historia del cine español. Dirigida (es un decir) por Germán Monzó, un auténtico personaje al que en Barcelona, su ciudad natal, apodan «El Chino». El motivo de dicho alias es que pasó varios años en Hong Kong estudiando artes marciales y trabajando en diversas ocupaciones relacionadas con el cine. Catorce años (y visto lo visto, podría haber tardado otros catorce más) tardó en poner en pie esta auténtica bazofia, una historia de vampiros realmente incomprensible. Cómo logró convencer a un actor de trayectoria respetable como Pepe Sancho para que interpretase al Drácula más patético de la historia, es un misterio que no resuelve ni Iker Jiménez. El resto del reparto lo redondeó con Paula Vázquez, la guapísima Lorena Bernal haciendo de vampira choni que se pasea toda la película en chandal (en fin…), y los actores que encarnaban a personajes televisivos como el Neng o Chikilicuatro. El resultado es un celuloide infumable repleto de persecuciones cutres y risibles y escenas de sustos que provocan verguenza ajena. Una pura morcilla fílmica que no sirve ni como comida para perros.
El ETE y el OTO (1983)
Viendo la foto debería sobrar cualquier comentario, ¿verdad? Los Hermanos Calatrava pergeñaron esta peculiar versión del ETE de Steven Spielberg, y el resultado fue una cinta de humor completamente subnormal, ante la cual uno no sabe si reir o llorar. Celuloide indigente, que no es apto ni para ser exhibido en un poblado chabolista. Gracias a base de eructos, frases gangosas y diversas lindezas. Si este engendro lo ven fuera de España se piensan que en este país somos todos retrasados mentales.
Las aventuras de Zipi y Zape (1981)
Madre mía, madre mía… la palabra truño se queda corta para describir esta basura que me niego a calificar como película. Nunca sabremos que maldita razón llevó a Enrique Guevara, un director especializado en cine erótico y autor de títulos como Orgasmo caliente o En busca del polvo perdido, a realizar esta adaptación a imagen real del célebre tebeo de Escobar. El resultado no puede ser más penoso. Tenemos a dos gemelos inspoportables que se hacen amigos de Oliverio un niño rico que es secuestrazo por la mafia. Zip y Zape tratan de rescatarlo en una trama plagada de chistes estúpidos, cancioncillas ñoñas, y en la que aparecen hasta los Ángeles de Charley y el Increíble Hulk, solo que teñido de azul en lugar de verde. Si son ustedes masoquistas no se la pierdan. Si por el contrario, creen que el respeto a los derechos humanos y la dignidad de todas las personas son valores que deben ser respetados, aléjense de ella.
Los cántabros (1980)
Esta es la película que puede hacer que la serie de Antena 3 sobre Viriato, Hispania, parezca por comparación una obra maestra rodada por David Lean. Dirigida por el inefable Paul Naschy, Los cántabros pretende narrar la historia de Corocota, otro lider hispano, en su lucha contra los invasores romanos. Sobre el papel y a nivel de guión la película no está mal concebida, pero el paupérrimo presupuesto la acaba dejando a la altura de una epopeya de saldo. Los pelucones que lucen los rebeldes cántabros producen auténtico espanto y las pintas de los romanos no resultan mucho más convincentes (parecen quinquis patilludos). El resultado es una película plagada de antiactores, dándose mamporros unos a otros sin demasiada convicción y trufada de escenas de acción patéticas. De hecho, al finalizar su visionado uno tiene la sensación de que una legión romana en vez de por unos cuatro mil hombres estaba formada realmente por veinte extras.
El caballero del antifaz (2010)
Al lado de esta, El capitán Trueno parece una superpreducción de Spielberg. Sin saber muy bien ni como ni porqué, un ignoto sujeto llamado Francesc Xavier Capell se marcó esta adaptación apócrifa del célebre tebeo de Manuel Gago El guerrero del antifaz. Y digo apócrifa porque le cambiaron el nombre al personaje (de guerrero a caballero) para evitar tener que pagar los derechos de autor correspondientes. Lo cual se entiende ya que la película al parecer costó nueve mil euros. Y se nota. El resultado es un filme que parece realizado por cuatro amigos en un fin de semana. Con un guerrero del antifaz inflado a base de bollos de crema, y unos sarracenos que parecen fichados en un casting realizado en el bar de la esquina. La película está llena de batallas antiépicas con cuatro o seis contendientes como mucho, diálogos risibles e interpretacioens de saldo.Esto último resulta disculpable si tenemos en cuenta que todo el reparto es amateur salvo una despistada Mirta Miller que no sabemos muy bien que hace metida en este lío y que conoció tiempos mejores. Mirta, chica, que en cualquier visita a Sálvame seguro que te pagaban mucho más que por trabajar en este bodrio.
Goma-2 (1984)
Probablemente la cinta con el argumento más psicotrónico de toda la historia del cine español. Un puro dislate dirigido por Jose Antonio de la Loma (si el de los Toretes y los Vaquillas), sobre un ex-etarra metido a camionero, cuyo vehículo que transporta frutas es asaltado por un grupo de campesinos franceses (como verán la peli estaba muy pegada a la actualidad del momento). En el asalto muere la mujer del prota, que está interpretada por Anita Obregon (lo que de por si ya haría disculpable y comprensible el asesinato). Pero su viudo decide vengarse. Recurre a sus antiguos compañeros terroristas y se hace con un cargamento de Goma-2 para volar el pueblo francés de donde partió el asalto. Una slavajada pura y dura, sin sutileza alguna. Eso si,vista con sentido del humor y con un par de cervezas encima, tiene hasta su gracia.
Karate contra mafia (1981)
Una película realmente maldita, que aunque se estrenó comercialmente, hoy resulta practicamente inencontrable. Dirigida por el vasco Ramón Saldías, que firma con el seudónimo de Sah-Di-A (casi parece un chiste malo, ¿verdad?), está rodada en Las Palmas de Gran Canaria, aunque se intenta en vano hacer pasar la isla por Hong Kong. Hay que señalar que al igual que el director, el resto del equipo firma con nombres orientales, tal vez a causa de la verguenza que les suponía trabajar en esta cinta infumable. El resultado es apabullante por lo patético, con un héroe luchando durante toda la película contra los mismos cuatro enmascarados. La cima del bochorno fue el póster español en el que tuvieron el morro de poner la imagen del auténtico Bruce Lee a ver si algún incauto picaba. Que conste para mi verguenza que yo lo hice. En fin, pecadillos de juventud.
Veredicto implacable (1987)
Cuesta creerlo, pero a mediados de los 80 a Mariano Ozores le dio por dejar de hacer españolas y comedias con Pajares y Esteso y se dispuso a facturar un filme de acción. En realidad se trata de una especie de remedo del Equipo A en versión cutre y salchichera, con un reparto encabezado por el karateka Juan Manuel Egea y otro montón de ilustres desconocidos, en el que tan solo brilla un actor profesional, Jesús Puente, que todavía conocería tiempos peores presentando Todo lo que necesitas es amor. Peleas mal filmadas, persecuciones descacharrantes, dialogos imposibles e interpretaciones obtrusas, son los elementos que construyen el que posiblemente sea el peor filme de acción de todos los tiempos. Y encima, tras los títulos finales aparece de nuevo Jesús Puente diciendo: «A que está bien la peli, ¿eh?… Pues rebobinadla y vedla de nuevo». A eso en mi barrio lo llamaban sadismo.
Misterio en la isla de los monstruos (1981)
Pues claro, en esta galería no podía faltar una de mi querido Juan Piquer Simón, director al que alguien debería haberle enseñado aquel mandamiento que dice: «No tomarás el nombre de Julio Verne en vano». Esta película es una adaptación chapucera de una de las novelas menos conocidas del escritor francés, Escuela de robinsones. No faltan los monstruos de goma típicos del cine de Piquer, que en esta ocasión lucen más patéticos que nunca, y caníbales de saldo, que en realidad son extras tiznados con betún. Por si fuera poco, también sale Anita Obregón. Además, hay que decir que ficharon a dos actorazos como Terence Stamp y Peter Cushing, pero solo les contrataron para un día de rodaje, por eso, el resto de la películas sus personajes aparecen encapuchados. Ya me dirán ustedes si esto es serio.