Un hombre alto, apuesto, extraño, se me acerca en el bar. Por un fugaz momento me pregunto si puede ser “el Hombre”. Entonces, abre la boca y dice: “No seré Pedro Picapiedra, pero seguro que te puedo pasar por la piedra”. Me deja horrorizada y camino en la dirección opuesta. A pesar de lo triste que fue la entrada del señor Picapiedra, me hizo pensar en todos los aros por los que debemos pasar los humanos para encontrar a un compañero o compañera sentimental. Es posible que encuentres cientos de libros escritos por artistas de la seducción, con las mejores líneas para comenzar un diálogo y las apuestas más seguras para no terminar la noche en soledad, pero me pregunto qué tendrá que decir la ciencia sobre esto.

Escarbando un poco, descubrí una gran cantidad de investigaciones recientes sobre la atracción entre sexos. Desde que Charles Darwin expuso su teoría de la selección sexual, los biólogos han estado fascinados por las formas en que los animales compiten entre sí por una pareja. La cola del pavo real es tal vez el mejor ejemplo conocido de esta lucha evolutiva. A pesar de que tamaño despliegue no ayuda a un ave individual para sobrevivir, su plumaje prodigioso sugiere que  su propietario está físicamente en forma, por lo que a las hembras les resulta más atractivo.

Los seres humanos no somos diferentes. Con distintas características y comportamientos, como el clásico piropo, también hemos evolucionado en la lucha por el amor. Si confiamos en las últimas investigaciones, adaptar nuestra forma de actuar y de explotar nuestros prejuicios evolutivos debería darnos una ventaja en el juego de las citas. Solo hay un problema: la mayoría de los experimentos se llevaron a cabo en el entorno antinatural de un laboratorio, en lugar de en ambientes cotidianos, y yo tenía mis dudas de que el asesoramiento de los investigadores tuviera algún efecto en el mundo real. “Si solo pudiera probarlos por mí misma…”, pensé.

La oportunidad perfecta llegó cuando mis dos amigos, el subeditor de New Scientist, Sean O’Neill, y la experta en contenido multimedia, Catalina Lange, reflexionaban sobre su soltería. Rápidamente comenzó a formarse un plan en mi cabeza y convencí a ambos de llevar a cabo sendas citas en el bar local.

La primera tarea consistió en que se replantearan los colores de su vestimenta: en la naturaleza las hembras suelen utilizar el color rojo para indicar fertilidad. Esta relación también se puede ver en el folclore de muchas culturas humanas: numerosos cuentos y aforismos vinculan el color con la pasión y la seducción. Estudios recientes sugieren que estas creencias pueden tener algún fundamento que demuestra que una “dama de rojo” en realidad es más atractiva.

El color carmesí funciona
Pero ¿son los hombres igualmente atractivos cuando van vestidos de rojo? Ciertos primates muestran a menudo un color rojo después de un aumento de testosterona en su torrente sanguíneo. Puesto que la testosterona suprime el sistema inmunitario, el rubor le indica a la hembra que el macho debe estar en buen estado de salud para hacer frente a este déficit. El mismo color también se cree que es una señal de estatus más elevado dentro del grupo, otro rasgo que sin duda aumentará el atractivo de un compañero en el reino animal.

Para saber si un rojo radiante es indicativo de buenos genes y del estatus social en humanos, recientemente un equipo internacional de investigadores ha pedido a dos grupos de mujeres que evaluaran la imagen de un hombre medianamente atractivo. Unas vieron al hombre en una camisa roja, mientras que el grupo restante vio una versión de la misma imagen alterada para que tuviera diferentes colores. El resultado fue que el rojo, en comparación con las otras tonalidades, hacía su trabajo aumentando el índice de deseo que despertaba el hombre.

Calculando que Sean y Cat no podían confiar en su ropa para hacer todo el trabajo, busqué otras maneras de ayudar a mis conejillos de Indias. Uno de los métodos más ampliamente investigados, por ejemplo, precisaba de un pequeño engaño. “Hay muchas claves para que alguien resulte atractivo para el sexo opuesto. Una de ellas es la que muestra a un hombre como fuera del mercado”, dice Melissa Burkley, de la Universidad Estatal de Oklahoma en Stillwater (Estados Unidos).

Esa seducción de lo prohibido
Los psicólogos han sospechado desde hace tiempo que las mujeres solteras están mucho más interesadas en perseguir a un hombre que ya está en una relación. Esto parecía desafiar a la intuición, por lo que Burkley y sus colegas pidieron a 97 mujeres que respondieran a un cuestionario para escoger a su pareja ideal. Las voluntarias no lo sabían, pero todas ellas verían una foto del mismo hombre; la única diferencia es que a la mitad se les dijo que él ya estaba en pareja y el resto creyó que estaba soltero. ¿El resultado? Solo el 59% de las mujeres voluntarias dijeron que seguirían una relación con el hombre cuando les contaron que era soltero, pero un sorprendente 90% aseguraron que irían en su búsqueda, aunque “sabían” que tenía novia.

Inventarse una novia imaginaria podría ser ir un poco lejos para la mayoría de la gente. Afortunadamente, los hombres pueden servirse de una amiga para otro truco. El equipo dirigido por Ben Jones, de la Universidad de Aberdeen en Reino Unido, encontró que las mujeres son más propensas a evaluar a un hombre de modo muy positivo si ven que otra mujer les lanza miradas admirativas. Más aún, un reciente trabajo de Sarah Hill, de la Universidad Cristiana de Texas, Fort Worth, y de David Buss, de la Universidad de Texas en Austin, demuestra que los hombres resultan más deseables cuando están rodeados por un grupo de mujeres. Curiosamente, la situación inversa, una mujer rodeada de hombres, no tiene el mismo efecto: en diferentes estudios se las clasificó como menos atractivas.

¿A qué se puede deber esta diferencia? Burkley se pregunta si las respuestas de las mujeres son en parte a “la emoción de la persecución”. “Si puedes atraer a un hombre lejos de su novia o esposa, significa que eres mejor, más atractiva”, asegura. Por otra parte, el comportamiento podría explicarse por el papel de la deseabilidad social en el apareamiento: “Los hombres en pareja ya han sido aprobados por una hembra, mientras que aquellos que son solteros son una incógnita,” señala Burkley.

Para nuestros antepasados masculinos, sin embargo, la evaluación habría sido la opuesta: “Ellos se hubieran mantenido al margen de las mujeres populares, por temor a ser engañados y a tener que criar a los hijos de otro”, sugiere Hill.

Ciencia del piropo
Vestidos con sus ropas de color rojo deslumbrante, mis conejillos de indias llegan al pub. Sean anima a sus colegas femeninas a que le regalen unas sonrisas. Y el truco parece funcionar: sea porque la camiseta roja sin duda destaca o por la competencia de otras hembras, puedo ver a varias jóvenes de una mesa vecina que le dirigen miradas a mi amigo.
Cat, por su parte, está sola en el bar. Muy pronto, un hombre se acerca: “Mucha gente esta noche, ¿no?” Cat le sonríe y asiente. Instantes más tarde, otro hombre le pregunta: “¿Estás tratando de llegar a la barra?” Dos hombres en menos de 2 minutos que compiten por sus atenciones; tal vez hay algo en esto después de todo.

La realidad es que la atracción es mucho más que hacer girar cabezas. ¿Qué ocurre una vez que logramos la atención de alguien? Como mi experiencia con el Sr. Picapiedra demuestra, iniciar la conversación puede ser difícil, pero los piropos o las primeras frases no son siempre ridículamente ofensivas; también pueden ser vistos desde una perspectiva evolutiva, como demostraciones sexuales. Al menos, así lo asegura Peter Caryl, de la Universidad de Edimburgo, Reino Unido.

La teoría es la siguiente: tanto hombres como mujeres deben evaluar la calidad de sus potenciales parejas sexuales. Así como un pavo real despliega el plumaje para mostrar su valor, las frases iniciales de un hombre son también muestras de alarde de ciertas cualidades para atraer al objeto de su deseo. Características como la inteligencia, por ejemplo, se sabe que desempeñan un papel importante en lo atractivo que resulta un hombre. Investigadores de la Universidad de California en Davis le pidieron a un grupo de mujeres que observaran a varios voluntarios por una pantalla mientras estos realizaban una serie de tareas y señalaran los que les resultaran más atractivos. Y la elección en general fue para aquellos con el cociente intelectual más alto. Elegir al hombre que piensa no solo tiene que ver con sus habilidades; estos son también los que tienden a ser más saludables y tienen mejor calidad de esperma. Así que una primera frase es indicativa de un alto coeficiente intelectual y resulta más eficaz a la hora de que la mujer se plantee continuar el diálogo que si se trata de un comentario subido de tono. Duro, pero real.

Entonces, ¿por qué los hombres siguen tratando de cortejar a las mujeres con estos comentarios notoriamente burdos? Caryl sugiere que es porque la reacción de la mujer revela algo sobre su personalidad que sugiere si ella podría ser un buen partido. Para probar esta teoría, un equipo dirigido por Caryl presentó a 381 voluntarios de ambos sexos una serie de primeras frases y escenarios de seducción, y les preguntó cuál pensaban que tendría mayor probabilidad de éxito.

Un oso polar sí rompe el hielo

Lo que descubrieron fue que las mujeres extravertidas eran más propensas a sucumbir a las frases con humor, aquellas que tendían hacia relaciones pasajeras preferían los piropos cargados con segundas intenciones, y si ni un piropo inteligente ni uno lleno de sexo produce el efecto deseado, es porque no erais compatibles.Entonces, ¿qué criterios fueron los más exitosos, en general? De los 40 escenarios posibles, el más valorado casi siempre era aquel en que el hombre mostraba interés por lo que estaba sucediendo alrededor de la mujer, como pedir consejo en una novela en una librería; tal vez porque de ese modo reflejaba su inteligencia.

Una broma es de buen gusto
El humor también demostró ser una buena herramienta: “¿Crees en el amor a primera vista o tengo que volver a pasar?” La risa provoca la liberación de hormonas, que están vinculadas con el placer y los vínculos sociales, por lo que no es de extrañar que los piropos de humor estuvieran entre los más populares. Sin embargo, el humor puede no servir de nada si se malinterpreta o resulta vergonzoso: “Tus ojos son del color del mar y yo soy un náufrago” fue catalogado como uno de los peores.

Entonces, ¿cómo se comportó nuestro donjuán, Sean? Preparado con una de las tácticas ganadoras que le propuse, se acercó a una mujer inocente en una mesa cercana: “Un oso polar de diez toneladas”, le dice Sean. La chica lo mira sin comprender. “¿Qué?” , pregunta. “Un oso polar de diez toneladas”, repite. La cortejada se ríe y le responde: “Sin duda, rompe el hielo, ¿verdad?” Vapuleado en su ego, Sean sonríe y rápidamente desaparece entre la multitud. Puede que haya parecido divertido, pero el objeto de la atención de Sean estaba más confusa que interesada. “No puedo creer que me estés obligando a hacer esto”, me dice Sean a su regreso.

Ante la sospecha de que su paciencia se está acabando, me decido a utilizar otros recursos. Las expresiones faciales, por ejemplo, pueden tener un gran impacto por la forma en que se reciben, aunque sean muy sutiles. En un reciente estudio efectuado por Lõhmus Mare, de la Universidad de Uppsala, en Suecia, se fotografió el rostro de 25 mujeres en tres ocasiones: cuando iban vestidas algo desaliñadas, con ropa cómoda y con su vestuario más provocativo. En todo momento se les pidió que mantuvieran sus expresiones neutrales. Más tarde, los investigadores le pidieron a un grupo de hombres que clasificaran las imágenes y estos siempre elegían aquellas en las que las féminas usaban sus mejores galas, a pesar de que la ropa no era en realidad visible en la imagen. Los investigadores concluyeron que la forma en que las mujeres se sentían acerca de su apariencia era evidente, aunque no se mostrara conscientemente.

Expresiones faciales y gestos de coquetería, como una ceja levantada o un guiño, también puede funcionar y ser más eficaces que las palabras. Andrew Clark, de la Universidad de Bristol, Reino Unido, descubrió que los hombres que las usaban en contextos de seducción eran calificados como los más atractivos, incluso cuando sus rostros se combinaban con declaraciones políticamente incorrectas como: “Las personas mayores de edad me aburren”. Un hombre seductor muestra vigor y confianza social, un indicativo de buenos genes, de acuerdo con Clark, que presentó su trabajo en una reunión de la Asociación para el Estudio del Comportamiento Animal de la Universidad de Newcastle, Reino Unido, en 2007.

Cinco llaves para abrir todas las puertas
También podríamos considerar el éxito de los distintos estilos de flirteo. Los psicólogos conciben cinco maneras diferentes de coquetear: tradicional, en la que un hombre corteja a una mujer usando los roles tradicionales de género (al iniciar la conversación y hacer las peticiones de compromisos ulteriores, por ejemplo); sincero, en el que los potenciales compañeros tratan de crear un vínculo emocional; lúdico, donde el comportamiento es más superficial y divertido; físico, lo que implica mucho lenguaje corporal y amable, que se caracteriza por más avances cautelosos. Pero ¿cuál funciona mejor? Para averiguarlo, Jeffrey Hall, de la Universidad de Kansas, realizó un cuestionario a 5.000 voluntarios.

Los estilos físico y sincero resultaron ser los más exitosos, al parecer, culminando en algunas de las relaciones más importantes en la vida de los voluntarios. Tanto para hombres como para mujeres, el estilo sincero también se relaciona con mayor probabilidad de tener una conversación personal y privada con alguien hacia quien se tiene un interés romántico. Aquellos que utilizan el coqueteo físico, por su parte, tienden a ser más cambiantes en sus relaciones, pero al mismo tiempo declaran mayor química sexual y mejor conexión emocional con sus parejas anteriores.

Me dispongo a mencionarles a Cat y Sean estos hallazgos, pero me doy cuenta de que han estado hablando entre sí durante un tiempo terriblemente largo. Concentrada en mis esfuerzos por ajustar el atractivo a los de afuera, ¿me habría perdido algo un poco más cerca de casa? “Definitivamente, hablaría contigo si estuvieras sola en el bar”, oigo que Sean le dice a Cat. El enfoque sincero, me digo a sabiendas.
Hago una pausa antes de llevar a cabo una salida discreta, dejando a mis dos amigos, vestidos de rojo, hablar largo y tendido sobre sus experiencias con una botella de vino de por medio. Su relación ciertamente ha evolucionado.

Humor

A la hora de seducir, el humor es una de las herramientas más valoradas, ya que implica un uso de la inteligencia y de rituales o códigos compartidos. Un estudio ha demostrado cómo hacerle cosquillas a las ratas libera dopamina, hormona relacionada con el establecimiento de vínculos.

La Voz

En el canto de las aves y el rugido de felinos (león, tigre), el tono de voz, tanto el masculino como el femenino, resultan determinantes para el sexo opuesto: un tono grave en el sexo masculino implica mayor dosis de testosterona. En la hembra, mientras tanto, cuando alcanza su edad fértil su tono desciende: se hace menos agudo.

Rojo

Al igual que el pájaro fragata (Fregata minor) que seduce hinchando su pecho de un inverosímil color rojo, los humanos que se visten de este tono también resultan más atractivos.

Fertilidad

Las hembras encuentran más deseable a un hombre casado que a uno soltero: los expertos sugieren que tiene que ver con el hecho de que su fertilidad ya ha sido comprobada. Algunos mamíferos, como leones y elefantes marinos, también tienen este comportamiento: un macho para muchas hembras.

Invitación

Del mismo modo que los humanos, machos en general, invitan al sexo opuesto a un trago o realizan un regalo con la intención de obtener favores a cambio, en el reino animal los pingüinos llevan a cabo gestos materiales con el mismo objetivo.