Vivimos una crisis de imaginación. El cine se llena de secuelas y precuelas (odiosa palabreja). Pero en este artículo vamos a rescatar las continuaciones más delirantes jamás rodadas y a sumergirnos en el fascinante (es un decir) mundo de las falsas secuelas. Rescatamos por tanto un puñado de historias que hacen que aquella célebre frase que decía «segundas partes nunca fueron buenas» se quede corta. Realmente, algunas fueron incluso peores de lo que nos podíamos imaginar.

Zombi 2 (1979)

Agárrense que vienen curvas… Lo primero que hay que hacer es aclarar que, siendo puristas, jamás existió un Zombi 1. En 1976, George A. Romero rodó una verdadera obra maestra del cine de terror cuyo título original era Dawn of the dead (El amanecer de los muertos), pero que en España y en Italia fue rebautizada de forma bastarda con el título de Zombi. Hay que especificar también que el filme de Romero ya era de por si una segunda parte, pues se trataba de la continuación de la mítica La noche de los muertos vivientes (1968). Hasta aquí todo claro, ¿verdad?… Pues bien, en 1979 llegó el italiano Lucio Fulci y rodó esta película cuyo título original era Zombi 2 y que es una falsa secuela de la de Romero. La película se estrenó en EE UU y dado que allí, como dijimos, el supuesto Zombi 1 era Dawn oif the dead, tuvo que cambiar su título por el de El infienro de los zombis. También se lo cambiaorn en España, donde la rebautizaron como Nueva York bajo el terror de los zombis. Título engañoso donde los haya, ya que Nueva York solo sale durante los diez minutos de película, y el resto transcurre en una supuesta isla del Caribe con palmeras de todo a cien. La cosa tiene su gracia porque en 1988 Fulci parió un Zombi 3 que, esta vez si, en España se estrenó con dicho título. Lo cual hizo que los espectadores no familiarizados en este mundillo de la explotaicón italiana y de las falsas secuelas, se preguntaran: «¿Pero existió el Zombi 2?» Y si, si que existió , aunque como ya dijimos aquí se llamó Nueva York bajo el terror de los zombis. Y si por si todo esto  no les resultara ya demasiado lioso, les diré que unos años antes de Fulci alumbrara su tercera parte, otro italiano, Claudio Fragasso, ya se había sacado de la manga otro Zombi 3. Esto ya es rizar el rizo porque nos encontramos ante el insólito caso de «la falsa secuela de la falsa secuela». Encantador, ¿verdad? Si han entendido algo de este galimatías, por favor, escríbanme y expliquenmelo.

Psicosis 2 (1981)

Con muchísimo morro. No hay manera más gráfica de describir la actitud con la que el distribuidor español decidió titular así esta película. Nos encontramos frente a un thriller británico dirigido por Ken Hughes (un artesano de cierto prestigio autor de títulos como Chitty Chitty Bang Bang y Cromwell) y protagonizado por la bellísima Rachel Ward (recién salida de seducir a Richard Chamberlain en El pájaro espino). Típica historia de psicópata asesino de jovencitas, a medio camino entre la intriga clásica y el cine de terror, pero sin la menor relación temática o del tipo que sea con el clásico de Alfred Hitchcock. La película es sólida y, bien lanzada, hubiera podido tener una carrera digna en las salas. Ahora, los oscuros  motivos que llevaron al distribuidor a rebautizarla como Psicosis 2 siguen siendo un misterio que no lo resuelve ni Iker Jiménez.

El último guateque 2 (1988)

Que no falte una española en esta galería. Y muchos de ustedes se preguntarán… «¿Pero hubo alguna vez un Último guateque 1?». Pues si, lo hubo, en 1978, y aunque ahora les cueste creerlo tuvo un notable éxito de público. Fue el primer filme dirigido por Juan José Porto, guionista chapucero donde los haya. Y aunque la película no era gran cosa, basó su éxito en explotar la nostalgia de los años 60, con la historia de un grupo de chicos desorientados que en la España del tardofranquismo trataban de descubrir el amor, la sexualidad, el compromiso… Ya saben, temáticas muy del estilo Garci, pero peor narradas. Parte del éxito de aquel filme se debió a su banda sonora que además de incluir temas de la época con taba con una canción del grupo Laredo que seguro que a muchos les seguirá sonando («Quisiera recordar, el último guateque…»). Pues bien, diez años después, en 1988, Porto facturó esta continuación, ambientada ya en los años 80. Los protagonistas se han convertido en un grupo de seres desencantados y el tono nostálgico ha sido sustituído por una mayor importancia de una subtrama política. Todo eso estaría bien si no fuera porque el filme, de tan incompetente que es, acaba resultando deliciosamente psicotrónico. Está plagado de situaciones absurdas, diálogos majaretas y antiinterpretaciones por parte de un reparto realmente deplorable. Los desnudos se cuentan por decenas aunque sean sin venir a cuento, en una época en la que el cine de destape ya estaba totalmente pasado de moda. Además, el 25% del metraje son flashbacks de la primera película. Flasckbacks que, por otra parte, son un curioso ejemplo de memoria daltónica ya que están virados al blanco y negro cuando la película original era en color. Y de la subtrama política, casi mejor ni hablar, porque  nos presenta a un grupo neofascista que trama una especie de golpe de estado para asaltar ¡el ayuntmaiento de Granada! Y uno se pregunta…. «aunque triunfara dicho golpe, ¿de que les serviría a los conspiradores hacerse con el ayuntamiento sin tener el control del resto del país?»… En fin, una irrepetible (afortunadamente) perla de la psicotronía patria.

Tiburón 3 (1981)

Existe un Tiburón 3 oficial, dirigido por Richard Fleischer y protagonizado por un joven Dennis Quaid en 1983. Pero, como siempre, los italianos ya se le habían adelantado. Dirigida por Enzo G. Castellari, uno de esos estajanovistas latinos capaces de filmar lo mejor (como las magníficas Keoma y Aquel madlito tren blindado) y lo peor (como las bochornosas Los locos del oro negro y Las aventuras amorosas de Scaramouche), la película es a nivel argumental un calco de la de Spielberg. Tanto que el bueno de Steven llegó a ponerles una demanda, aunque la cosa no prosperó judicialmente. El filme, sin ser un engendro, tampoco alcanza el nivel de las mejores de Castellari (el tiburón de goma canta lo suyo), aunque las escenas sangrientas son bastante bestias, tanto, que la mayoría fueron cortadas cuando se estrenó en España.

Alien 2 (1980)

Si, todos sabemos que hubo una segunda parte de Alien, que además era estupenda, y que la dirigió James Cameron en 1987. Pero siete años antes, los italianos, siempre tan rápidos en esto de facturar falsas secuelas, ya habían sacado su propia continuación. Aquí tenemos a un comando enviado a la selva sudamericana a investigar unas extrañas desapariciones, donde descubrirán la existencia de un nido con peligrosos huevos extraterrestres. Los huevos son realmente el único paralelismo de esta película con el Alien original de Ridley Scott, porque el resto del filme  discurre por derroteros muy distintos. Hay que decir que, en este caso, la secuela de marras no es ningún engendro. Al contrario, cargada de gore y con un extraño sentido del humor, es un filme aventuras y terror muy entretenido y muy bien facturado por Antonio Margheritti que, para que la cosa pareciera de producción yanki, firmó la película con su habitual seudónimo anglosajón Anthony M. Dawson.

King Kong 2 (1986)

Hay películas que jamás deberían haber existido, y esta es una de ellas. Resulta impensable imaginar como alguien pudiera creer que este disparate triunfaría en taquilla, pero el caso es que lo pensaron, porque el filme existe. Diez años después de la espectacular versión de King Kong, protagonizada por Jessica Lange, Dino DeLaurentis parió esta continuación tardía, en la que el mono ha sido sustituñido ¡por una mona! Si señores, Lady Kong es la gran estrella del filme (hasta tiene tetas) y, como es una simia heterosexual, se enamora de un cientñífco guaperas. En fin… un desastre absoluto cuya frase publicitaria era. «El monstruo más colosal de todos los tiempos ha vuelto y está muy, muy enfadado». Cuando realmente los únicos enfadados eran los espectadores que salían del cine.

La semilla del diablo 2 (1998)

Doy por hecho que todos ustedes han visto La semilla del diablo, la gran película que Roman Polanski dirigió en 1968 basándose en una novela de Ira Levin titulada Rosemary´s baby. Pues bien, en 1998, Levin, cuya popularidad como autor de best sellers andaba de capa caída, publicó esta continuación de su célebre novela. La historia comienza con Rosemary, la protagonista, despertando en un hospital. Ha estado en coma desde los años 60, cuando descubrió que su bebé era el hijo de Satán. La mujer se lanza a la búsqueda de su vástago y lo encuentra convertido en un influyente político de 33 años (la misma edad con la que murió Cristo), llamado Andy, que aspira a ser candidato a la presidencia de los  EE UU por el partido republicano (¡toma mensaje política sutil!). Cuando por fin se produce el anhelado encuentro entre madre e hijo, Andy conge a su mamá y se la lleva a dar un paseo por el infierno… Y a partir de ahí la novela entra en el terreno del delirio más absoluto. La verdad es que Levin, que escribió novelas bastan dignas (Los niños del Brasil, Las poseída de Stepford…), aquí no anduvo fino, y le salió el peor libro de su carrera. En España ni siquiera se publicó  y la prueba de que es realmente malo es que todos sus intentos de llevarlo al cine o a la televisión fracasaron. Aunque no desesperen…. Corren tan malos tiempos para el cine que no me extrañaría que dentro de poco la veamos convertida en película. Ya saben que los designios de Satanás son inescrutables.

Piraña 2 (1981)

La falsa secuela del Piraña de Joe Dante, una serie B de 1978 que es una auténtica delicia, cargada de sangre, emociones fuertes y toneladas de humor negro. Los italianos (¡ellos otra vez!) parieron esta supuesta continuación en la que a los dichosos pececillos carnívoros, por causa de una extraña mutación, les salen alas y pueden volar. La película no hay por donde cogerla, por su delirante guión y por su escandalosa falta de medios (hasta se ven los hilillos que sostienen a las pirañas de plástico). Lo gracioso es que para hacerla pasar por un producto yanki ,contrataron a un director americano que debutó con este filme y que era, ni más ni menos, que el hoy famosísimo James Cameron. El filme es un engendro sin remisión pero hay que decir que Cameron nunca ha renegado de él y que le encanta bromear sobre esta película. De hecho, en  una entrevista llegó a declarar: «No es tan mala. Al fin y al cabo es la mejor película sobre pirañas voladoras de la historia del cine». Grande, James, muy grande.

Terminator 2 (1990)

En el mundo de las falsas secuelas cualquier disparate imaginable es posible. En realidad, esta cosa dirigida por Burno Mattei se iba a titular Alien 3 pero como la Fox amenazó con ponerles una demanda pues, ni cortos ni perezosos, le cambiaron el nombre y la rebautizaron Terminator 2. Así, con un par… Y es que realmente la trama, se parece más a la de Ridley scott que a la de Schwarzenegger. La película cuenta como la ciudad de Venecia es asolada por un virus letal. Unos años después, el inevitable comando de científicos y militares regresa y se encuentra la villa poblada por unos bichos aquerosos. Solamente al final de la película aparece un culturista haciendo de robot para justiciar lo de llamarla Terminator. En fin, inenarrable. Y que pagáramos por ver estas cosas en el cine…