Un día cualquiera, mientras disfrutas tranquilamente de tu vida y cuando parece que empiezas a cogerle el tranquillo, de repente algo horrible sucede y lo cambia todo. Cambia tus esquemas, tus metas y tus sueños se rompen dentro de tu cabeza en mil pedazos. La situación requiere adaptación, reflexión y crudeza, cualidades necesarias y escurridizas cuando lo que intentas afrontar y gestionar es tu propia muerte.

Así es como empieza la que muchos consideran una de las mejores series de EEUU: Breaking Bad. Walter White (Bryan Cranston), es un profesor de química del instituto de Alburquerque (Nuevo México), donde vive con su mujer embarazada, Skyler (Anna Gunn) y su hijo discapacitado, Walter White Jr., (Roy Frank “RJ” Mitte III). Su vida es monótona e incluso aburrida hasta que un día, en la consulta del médico, éste le dice que tiene un cáncer terminal de pulmón. Él, que nunca ha fumado. Él, que nunca ha dicho una palabra más alta que otra. Él que siempre pagaba el ticket del parking. Él, el eterno tímido conformista.

La ira y rabia acumulada por la noticia fluye por su interior dando un giro a su vida para el que no hay marcha atrás: entrar en el tráfico de drogas vendiendo metanfetamina con el fin de pagar su tratamiento para no arruinar a su familia. Cuando ese fin se obtiene, la rueda vuelve a girar: ha entrado en la máquina del narcotráfico, ha hecho morder el polvo a los malos y no lo puede dejar, se siente más fascinado por la ilegalidad de lo que es capaz de admitir. De esta forma, el objetivo se mueve una vez más y ahora la aventura tratará en conseguir el dinero que su familia necesita para vivir una vida cómoda y sin problemas una vez él se haya ido.

La serie, ¿una obra maestra?

Según explicó Bryan Cranston en 2009 cuando recogió su Emmy a Mejor Actor de Drama: «Breaking Bad’ cuenta la historia de un buen hombre que toma malas decisiones“, algo que parece una constante a lo largo de sus cinco temporadas. Por mucho que intente enmendarse, arreglar la situación o poner todo en orden, el destino siempre tiene una broma pesada, habitualmente funesta y desproporcionada, preparada para Walt.

Muchos son los que elevan a Vince Gilligan, su creador, a la categoría de artesano narrativo y audiovisual. No es para menos. Breaking Bad es de esas series que rompen el molde por dónde menos te esperas y que no dudará un segundo en hacerte sentirte incómodo y revolverte en tu asiento. La realidad más cruda, aderezada por un magnífico humor negro y una narrativa en zigzag lenta pero constante, llevan al desarrollo y evolución magistral de los personajes, el auténtico corazón de la serie.

El contrapunto de Walt es Jesse (el rubísimo Aaron Paul), un joven macarra delincuente con el que en circunstancias normales jamás se dejaría ver. Lo que empezó como una relación comercial, se convertirá en la más desgarradora de las amistades, que hasta ahora, ya en su quinta y última temporada, nos ha dejado unos recuerdos, sonrisas y muecas imborrables. Jesse no es sin Walt y Walt no es sin Jesse. Por mucho que ambos lo intenten. Se quieren más de lo que saben expresar, y eso llevará a Walt a hacer más de una locura por mantenerle a su lado (¡quién lo diría!).

Si bien el elenco de actores al completo es digno de mención, destaca entre todos el personaje de Hank Schrader (Dean Norris), el famoso cuñado de la DEA que perseguirá al desconocido capo Heisenberg hasta la obsesión, sin saber que, en realidad, corre tras los talones del querido marido de la hermana de su mujer.

Sumado a la interpretación absolutamente bestial de sus dos principales protagonistas, se suma una estética y estructura narrativa que no deja para nada indiferente. Además de las deliciosas paranoias que habitualmente dan comienzo a cada capítulo, incorpora un lenguaje audiovisual que nos deja un producto narrativo inteligente e inclasificable. Desde los flashforward (¿ alguien ha podido olvidar el peluche y la piscina?), a planos atrevidos, arriesgados y llenos de simbolismo. Tampoco han faltado canciones que ayuden a la narración del relato. Memorable, sin duda, la de ‘El Narcocorrido de Heisenberg’ (Capítulo Negro y Azul, 2×07. Puedes escucharla a continuación).

 

Al igual que la serie de Dexter, Breaking Bad sitúa al espectador en jaque al poner sus emociones del lado del criminal. Quizás eso se deba a que, una vez metidos en la narración, si los personajes son correctamente presentados y están bien desarrollados, dejan de existir los buenos y los malos para ser simplemente personas, que aunque no piensan como nosotros, aprendemos querer y respetar. Algo en lo que no profundiza, por ejemplo, una serie procedimental, donde sabes qué esperar de cada uno desde la intro del capítulo.

Sin lugar a dudas, Breaking Bad es una serie que no dejará en ningún momento de sorprenderte y a la que verás superarse capítulo tras capítulo. Pasarás del drama familiar al tráfico de drogas sin apenas darte cuenta hasta que un nudo te atrape el gaznate y te alerte de que el guionista, nuevamente, te la ha colado. Una apuesta arriesgada y valiente de Gilligan que a día de hoy, a punto de ver culminar su quinta y última temporada, puede decirse que le ha salido mejor que bien. La crítica y los espectadores le adoran y el fenómeno fan ha sido realmente destacable.

¿Dónde verla?

Pues a no ser que hagas magia y de repente aparezcan en tu disco duro, la mejor opción para verla completa (como debe ser), es que te hagas con los DVD’s en tu tienda de confianza. Sin duda, merece la pena. Te atrapará.

La más premiada de los Emmy 2014

Como colofón a toda su trayectoría, Breaking Bad se hizo con cinco estatuillas el pasado 26 de agosto en la gala de los Emmy. Todos los fans consideramos que son premios más que merecidos. Una serie así merece irse por la puerta grande.

Tráiler 

 

Dejar de dar clases de ciencias por fabricar metanfetamina en pelotas para un narco de poca monta

A veces la desesperación por nuestra supervivencia y la de los nuestros puede llevarnos por escabrosos caminos. Es esto lo que le ocurre a Walter White, un profesor de Química de 50 años residente de Alburquerque (Nuevo México). 

Diagnosticado con un cáncer pulmonar terminal, se plantea cómo pagar los tratamientos médicos sin arruinar a su familia. Para ello, como es evidente, su carrera como profesor de instituto se le queda pequeña, por lo que prefiere cambiar las tizas y los experimentos de secundaria por metanfetaminas y pistolas. De forma magistral y utilizando todo su potencial científico para ello, eso sí.

Capítulo: 1×01 – Piloto

 

Poner una bomba a un anciano en silla de ruedas

Es el capítulo de la confrontación con Gus Fring, el malo maloso que tan bien se oculta entre el local de los pollos y la lavandería.

Por razones que no desvelaré, nuestro científico favorito de Alburquerque se ve en la obligación de ponerle a un tierno viejecito (véase la ironía en la cursiva) una bomba bajo su silla de ruedas.

Curiosamente, la residencia de ancianos donde le hizo volar hasta el infinito y más allá se llamaba: «Residencia Tranquila». Irónico.

Capítulo confrontación: 4×13 – Face Off

Montar un laboratorio químico en una caravana

Cualquier científico de bien al entrar en un laboratorio de cristal en una autocaravana sufriría por la honra de su bata blanca. Quizás por eso nuestro protagonista se despelote antes de entrar.

Es en el primer capítulo cuando Walt le dará dinero a Jesse para combrar una caravana Winnebago, un laboratorio móvil que será, previsiblemente, más difícil de detectar por las narices astutas de la ley.

Capítulos: Del 1×01 – Piloto al 3×06 – Sunset

Meter a su mujer en chanchullos ilegales con matones y narcotraficantes

Como decía Alexander Pope: «El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera». Y eso es lo que le acaba pasando a nuestro amigo Walt. La pelota se hace tan grande a estas alturas de la serie que es casi imposible ocultárselo a Skyler Lambert, su mujer.

[Spoiler] Pero una vez su mujer se entera de los turbios negocios de su marido, decide involucrarse en el negocio y ayudar con sus conocimientos a Walt a lavar unas cantidades ingentes de dinero.

Capítulo en el que Skyler se incorpora al negocio: 3×11 – Abiquiu

Tratar de buena gana con mafiosos… y acabar siendo el peor de todos ellos

A lo largo de la serie, Walt trata con multitud de malos, traficantes, asesinos… pero sin duda hay uno que destaca entre los demás: Gus, el de los pollos y la lavandería, un tipo interesante del que poco se sabe de su pasado.


Capítulo4×13 – Face Off

Tirarse horas intentando cazar una mosca para que no contamine el laboratorio

Este es quizás uno de los más extraños y polémicos capítulos de la serie que hace enervar a todos aquellos que detestan el contenido filosófico o que les inciten a pensar.

Por otro lado, es un capítulo realizado con maestría, en la que los guionistas dieron rienda suelta a su originalidad haciendo eso que solo Breaking Bad sabe hacer tan bien: descolocarnos.

En un momento determinado, comienza un memorable monólogo faulkneriano: «El universo es aleatorio. Es un caos. Partículas subatómicas sin un fin que colisionan sin rumbo, eso nos dice la ciencia, pero no nos dice porque un hombre cuya hija va a morir esa misma noche se toma una copa conmigo…»

Brillante.

Capítulo: 3×10 – Fly

Dar esquinazo con mucha clase a su cuñado de la DEA

Henry R. «Hank» Schrader es el bullicioso cuñado de Walter, marido de Marie Schrader, que trabaja como agente para la DEA. Para los que hayáis visto la serie, será muy difícil de olvidar ese mítico momento en el que Hank mantiene retenidos dentro de la caravana a Jesse Pinkman y Walt sin saber quiénes son. Momentos épicos.

Son muchos los capítulos en los que Hank pisará los talones a su mafioso cuñado, conocido en sus mejores momentos como Heisenberg y al que Los Cuates de Sinaloa dedican una ranchera reconociendo que «ahora controla el mercado».

Capítulo ranchera: 2×07 – Negro y azul

Capítulo en el que Jesse y Walt quedan encerrados en la caravana con Hank queriendo entrar: 3×06 – Sunset

Disolver un cadáver con ácido hidrofluórico

En medio de un marrón tremendo, nuestro amigo Walter White se ve en la obligación de deshacerse de algún que otro cadáver. Para ello, recurre a su mentalidad y técnicas de científico: es el momento de utilizar el ácido hidrofluórico para eliminar el objetivo.

Con esta idea en mente, le da unas claras y precisas instrucciones a su compinche Jesse: comprar cubos de plásticos para realizar ahí la desagradable tarea.

Jesse, harto de ser el recadero del capítulo, hace oídos sordos a los consejos del científico más oscuro que ha parido una serie de TV. Mete el cadáver en la bañera.

Evidentemente el resultado es más que nefasto. Walt le recuerda entonces a su amigo: «Perdona, ¿qué es lo que me preguntabas? Ahhh sí, el puto cubo de plástico que te pedí que compraras.  Verás, el ácido hidrofluórico no se come el plástico, sin embargo, sí que disuelve metal, piedra, cristal, cerámica… ¿lo pillas?».

Capítulo: 1×02 – Cat’s in the Bag…

Vengarse del malo volando su casa por los aires con fulminato de mercurio

Los efectos de la quimioterapia empiezan a afectar al científico de Alburquerque. Coincide además con que la DEA empieza aproximarse demasiado a sus talones.

Debido a los hechos acaecidos en el capítulo que no comentaré, Walt se ve en la obligación de amenazar en serio a unos tíos que dan miedo con solo verlos a 100 metros de distancia.

Al cambiar el producto por el dinero, los malos quieren hacerle el lío, pero si algo destaca de nuestro profesor de ciencias favorito es su cerebro. Habiéndose anticipado al engaño, había incluido en las mochilas fulminato de mercurio en lugar de la metanfetamina. Según él, «un pequeño truco de química».

Capítulo: 1×06 – Crazy Handful of Nothin’

Robar el material de química a sus alumnos del Instituto de Alburquerque para fabricar drogas

Hasta que le despiden a mitad de la primera temporada, Walter White obtiene los materiales para el narcotráfico del inventario de sus alumnos.

Desde luego muy ético para un profesor… no es.

Capítulos: Del 1×01 – Piloto