Décadas enteras creyendo que Ciudadano Kane (1941) era el primer largometraje de Orson Welles y resulta que acaban de encontrar un filme suyo anterior, titulado Too much Johnson y cuya existencia era incluso desconocida para los historiadores cinematográficos, que creían que nunca llegó a rodarse. Una gran noticia que ha coincidido en el tiempo con la aparición del primer filme de Hitchcock, The white shadow, que estaba perdido, y que prácticamente nadie había visto.
Estas noticias nos recuerdan que son muchas las óperas primas de grandes directores que permanecen “desaparecidas” o casi (y a veces sin el casi) invisibles para el público por diversas razones. Y si no me creéis, que levante la mano quien haya visto las primeras películas de Almodóvar, Tarantino y Spielberg.
O la de Oliver Stone, director de la oscarizada Platoon, quien se pone de los nervios cada vez que alguien le menciona su primer filme, Seizure (1978). Y es lógico, ya que la existencia de esa película se debe a un mafioso, el gánster Michael Thewlis, que buscaba la manera de lavar parte del dinero que obtenía con el tráfico de drogas. Alguien le sugirió que una productora de cine podría ser una buena tapadera, pero para que aquello diera el pego había que rodar una película. No se complicaron demasiado las cosas. Uno de los sicarios era amigo del jovencísimo Stone, que acababa de escribir el guión de El expreso de medianoche.
Thewlis le ofreció a Oliver la oportundiad de dirigir su primera película, con dos únicas condiciones: que fuera de terror y que tuviera escenas de sexo. Stone escribió un guión en cuatro noches y lo rodó en un fin de semana. Seizure es un relato de horror en el que una dominatrix (Martine Bestwick), un gigante descerebrado y un enano sádico (Hervé Villechaize, el mismo que hizo de doble de Felipe González en un programa de TVE de los 80), intentan masacrar a los asistentes a una fiesta.
Meses después de acabar el rodaje, el FBI confiscó las copias para usarlas como prueba en un proceso contra el gánster-productor. Stone tuvo incluso que comparecer como testigo. Posteriormente, intentó hacerse con los derechos del filme para retirarlo de la circulación, pero el capo Thewlis acabó vendiéndolos a la mafia filipina. Y aunque durante un tiempo circularon copias editadas por costrosas distribuidoras tagalas, actualmente la cinta está descatalogada.
El submundo del hampa (en este caso europea) también estuvo tras la gestación de la ópera prima del alemán Werner Herzog. Nuevamente, el deseo de lavar el dinero procedente de negocios sucios hizo que los hampones de turno buscaran a un joven aspirante a director. Y encontraron a Herzog, que de aquella iba para músico, pero que aceptó el encargo de rodar una película-tapadera. El resultado fue Signos de vida (1968), una historia sobre un grupo de soldados alemanes abandonados en una isla griega al final de la II Guerra Mundial. En la película no sucede absolutamente nada. Los soldados (interpretados por los propios gánsters) se limitan a deambular de un lado a otro por los parajes helenos. Pero fue, como explica el propio director alemán: “Una ocasión perfecta para pasar unas vacaciones en Grecia”. ¿Y el paradero actual de la película? Desconocido. Se ignora quién posee los derechos y si existe incluso alguna copia, y Herzog no ha hecho nunca esfuerzo alguno por averiguarlo.
De la que si existen copias, aunque no resulta fácil acceder a ellas, es de la primera película de Pedro Almodóvar. Con el sonoro título de Folle, folle me Tim (1978), el manchego debutó como cineasta con este filme que rodó los fines de semana con sus amigos, en pocos escenarios y con película de 35 mm que compró con sus ahorros. El filme lo protagonizó una joven Carmen Maura, que encarna a una dependienta con un novio ciego que quiere triunfar como músico de rock. Lo consigue, pero ella también pierde la vista.
Almodóvar nunca la ha considerado un buen filme (aunque en su argumento ya se aprecia ese estilo tan suyo, a medio camino entre el melodrama a lo Douglas Sirk y el más puro disparate) y por eso no quiso estrenarla. Únicamente en 1993, con motivo de una retrospectiva, accedió a que se realizase un pase del filme. Solo unos pocos privilegiados han podido verlo.
También afortunados (o tal vez no) son quienes hayan visto la rarísima opera prima de Eloy de la Iglesia. El director vasco, famoso por películas tan polémicas como El pico y Navajeros, y uno de los cronistas del mundillo quinqui de los años 80, debutó con ¡un filme infantil! Fantasía 3 (1969) se llamaba, y en él recreaba varios cuentos célebres, incluidos La sirenita y El mago de Oz. Eloy se avergonzaba de este filme casi inencontrable diciendo sobre él que: “Solo era apto para niños repipis”.
Vergüenza también debe sentir Ricard Reguant, un prestigioso director teatral español, artífice de éxitos como el montaje de Chicago, cuando le mencionan su debut cinematográfico con Sueca bisexual necesita semental (1982) y No me toques el pito que me irrito (1983). Dos “perlas” del cine erótico, que no tuvo valor de firmar con su propio nombre: se escudó tras el alias de Richard Vogue.
Nuestro país fue también el escenario escogido por Quentin Tarantino para rodar su primera película. Y no, no es Reservoir dogs, sino una cinta titulada My best friend’s birthday (1989). La filmó durante unas vacaciones en España, financiándola con el dinero que recibió del seguro después de que su coche quedara destruido en un siniestro. Se grabó en blanco y negro, y sin un guión previamente escrito, improvisando lo que sucedía conforme se rodaba. La trama giraba en torno a un grupo de estudiantes americanos que contrataban a una prostituta para celebrar el cumpleaños de uno de ellos y la mataban accidentalmente. Un argumento posteriormente copiado hasta la saciedad.
Durante años, Tarantino no quiso que la película se exhibiera comercialmente, aunque actualmente está dispuesto a editarla en DVD. Son muchos los aficionados que desean que lo haga. Igual que desean que salgan a la luz por fin las numerosas operas primas que permanecen perdidas por cuestiones de derechos o por el deseo de sus creadores.
Entre ellas se encuentran rarezas tales como la primera película de los hermanos Marx, Humor risk (1921), nunca vista desde que se rodó y que tiene el morbo añadido de ser muda. Y es que el humor de Harpo encajaría bien en el cine silente, ¿pero como pudo desenvolverse el deslenguado Groucho en un filme sin diálogos? El misterio, ante la imposibilidad de poder ver la película, permanece irresoluto.
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