El corsé

Era un básico en el armario de cualquier mujer del siglo XVIII, aunque estaban relacionados con un alto nivel social y respetabilidad. Aunque en un principio era sólo ropa interior, con el tiempo comenzaron a salir al exterior. El de la imagen está realizado en seda azul y lana y data de 1770.

 

Ropa interior negra

Hasta el siglo XIX la ropa interior fue siempre blanca. Sólo las viudas comenzaron a adquirir corsés y enaguas negras. Sin embargo, en esta época, comienza a aconsejarse a las damas que se pongan ropa interior negra bajo trajes oscuros. Los demás colores no llegarían hasta que llegaron los tintes sintéticos. El conjunto de la imagen es de Marks and Spencer y data de 1898.

 

El polisón

Se trata de una evolución del miriñaque que apareció a finales de la década de 1860 y fue tomando diversas formas. Su cometido era resaltar la parte trasera de la mujer y en la década de 1880 alcanzó estructuras de lo más elaboradas. El de la foto es una mezcla de polisón y enagua al que se denominó crinolette.

El ‘proto sostén’

Surgió como evolución del sostén a finales del siglo XIX. Con ellos se podía levantar y realzar el pecho de la mujer de forma más «evolucionada». El de la imagen es de lino natural, con adornos de algodón y fue fabricado en 1905 en Francia.

Las primeras fajas

Destacados modistos como Paul Poiret y Madeleine Vionnet empezaron a diseñar vestidos que no requerían llevar corsé. Aún así, algunas mujeres preferían seguir sujetándose parte de su anatomía. Así nacieron una especie de semi corsés (más parecidos a las fajas) con paneles elásticos, lo que permitía una mayor libertad de movimiento.

La silueta ‘Velvet’

O de reloj de arena, creada por Dior en 1947, fue el inicio de la liberación de la mujer, de la ropa interior ligera con enaguas y fajas. En 1939 L’Officiel, la revista de moda insignia de la época ya hablaba de los nuevos cortes limpios que daban más libertad de movimientos a la mujer.