En Europa s ela conoció con el nombre de crinolina, aunque en España se la llamaba miriñaque. Se trataba básicamente de un armazón a base de aros, que mantenía huecas las faldas de las damas. Apareció en 1830, pero se hizo popular veinte años después, cuando comenzó a usarlo la emperatir Eugenia de Montijo. Pero, además de pintoresca, esta moda era muy peligrosa. Solo en Inglaterra, entre 1850 y 1860, más de tres mil mujeres murieron quemadas por culpa de este accesorio, que corría el riesgo de prender con facilidad si se pasaba cerca de un brasero o una chimenea.
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