Hace tiempo, el arquitecto japonés Rintaro Kikuchi intuyó que algo debía de estar ocurriendo en los hogares de sus paisanos que les abocaba a una vida sexual casi inexistente. Cuando visitó algunos de ellos, vio clara la razón: espacios estrechos, desordenados, sin luz natural y muy deprimentes. Nada aptos para el amor, y menos aún para la lujuria. Decidió, entonces, cambiar este paisaje de infelicidad por uno más amoroso y apetecible. Y se lanzó a la construcción de apartamentos para solteros con grandes ventanales, cocina con un bar y piscina para dos en la azotea. Para sus clientas añadió una barra de estriptis en medio del salón. Kikuchi anda ahora a la espera de ver cómo crecen los índices de satisfacción sexual y de natalidad, al menos en los barrios donde él está dejando su sello.

¿El espacio es tan decisivo en la pasión? ¿Tanto influye la decoración de un dormitorio en lo que sucede dentro de él? A juzgar por las propuestas más vanguardistas y atrevidas del universo mobiliario, parece evidente que sí.

Y si, como dice el diseñador Andrés Amaya, la casa es un espejo de nosotros mismos, el erotismo debería verse manifestado en ella como reflejo de nuestra naturaleza sensual y sexual. “Es muy importante la reconstrucción del paisaje doméstico con objetos, muebles y arte, en donde se pase de lo prohibido a lo cotidiano y a un modo de entender nuestro erotismo menos contaminado por la inmediatez coital”. Una de sus propuestas es Adela, cuya última versión está ya lista para su presentación en mayo en la Feria del Mueble en Nueva York. Ya han probado sus delicias tanto Amaya y su socio, Xanath Lammoglia, como algunos de sus amigos. Y sus observaciones les han ayudado a pulir algunos puntos, pero dejando intacto su carácter de escultura erótica y futurista.

Piezas multifuncionales
La clave para integrar mobiliario erótico en nuestro hogar es la naturalidad. Muchos de los diseños actuales podrían pasar inadvertidos. “Estos muebles no son mudos”, indica Amaya, “sino que establecen un dialogo armónico, público y prudente con su entorno. Son símbolos de nuestro intelecto erótico y de la madurez sensual del hogar”.

De momento, los clientes más perseverantes son los llamados “hoteles del amor”, cuyas habitaciones están pensadas para amantes furtivos que necesitan encuentros fugaces, pero muy apasionados, en los que dan rienda suelta a sus fantasías y caprichos. No obstante, los matrimonios y parejas estables buscan cada vez más en este tipo de suites una experiencia sexual diferente e inolvidable. Y una vez probada la decoración, la quieren en su casa.

En España, la firma Margarita Bonita es una de las que abastecen a estos hoteles y también a clientes particulares. En su catálogo hay una cama que reproduce el movimiento de un encuentro sexual, un sofá de líneas ergonómicas y diferentes muebles auxiliares. “Es un mobiliario de diseño y líneas elegantes que se puede colocar en cualquier estancia. Solo sus usuarios conocerán el secreto que guardan estas piezas para esos momentos de intimidad de la pareja”, indican sus creadores Gener Romeu y Jaume Casterás.

Nos explican que detrás de estos muebles hay un equipo de fisioterapeutas, médicos, sexólogos, ingenieros e interioristas que cuidan el aspecto estético, su funcionalidad y la adaptación a las distintas posturas sin riesgo para el usuario. Con sus propuestas, Romeu y Casterás están reconstruyendo las relaciones íntimas y logrando que la terapia sea sustituida por una línea de productos exclusivos para el amor.

Su pieza más mimada, la Movement Bed, una cama que a simple vista podría parecer como tantas otras, pero que cuando entra en acción ocurre lo inesperado: ella sola reproduce los movimientos del acto físico. En vertical, horizontal o combinado. El esfuerzo físico de la pareja es mínimo y se adapta a la postura que uno desee practicar. Sus diferentes velocidades y las luces regulables permiten disponer de una experiencia sexual a la carta.

Su siguiente opción es un sofá vanguardista con reposabrazos, revistero y bandeja móvil que por la noche se suelta la melena y aparece dispuesta para la pasión y la práctica del sexo tántrico.  Para los más íntrépidos, Romeu y Casterás proponen el “cubo secreto”, un puf discreto que guarda una silla de juegos para prácticas bondage.

Cuentan que hace un par de años una pareja adquirió la Movement Bed como regalo de sus Bodas de Oro. “Al año siguiente, nos trajeron bombones y se llevaron un Love Pillow. Los dos se mostraron muy satisfechos con sus compras”. Faltan unos meses para que esta pareja septuagenaria celebre de nuevo aniversario; ¿se atreverán esta vez con el cubo secreto?

Descanso tántrico

Las curvas ergonómicas de este sofá facilitan la penetración e invitan al relax. No llamaría la atención en un salón más que por su elegancia.
Modelo de divantantra. www.divantantra.com

A la altura perfecta

Fellatio es una silla ideada para practicar sexo oral. Su diseño permite que quede el órgano, pene o clítoris, al alcance de la boca.

Una Escultura erótica

Andrés Amaya diseñó este diván inspirándose en las posturas del Kamasutra. Todo el que lo prueba reinventa el sexo.

Habitaciones del amor

Con una barra de pole dance, es de inspiración japonesa.

Habitaciones del amor

Uno de los diseños para hotel con una cama que se mueve al ritmo del sexo.

Para relaciones gais

Esta pieza ha sido exhibida en exposiciones de arte moderno.

El toro por los cuernos

La silla Adela invita a la mujer a tomar una posición dominante durante la penetración.

Barbarella

Un sugerente nombre para un taburete cuyas formas favorecen el sexo oral del hombre a la mujer en posición arrodillada.

Sexo seguro

Lo que más llama la atención de la silla Falcon es el agarre inoxidable en forma de condón. La mujer puede arrodillarse en la parte de arriba.

Entre vapores

Los orificios de esta ducha permiten la conexión de los genitales masculinos y femeninos. El contacto con la piel mojada es excitante.

Templos del placer de antaño

Cuando un grupo de soldados soviéticos irrumpió en los aposentos de la emperatriz rusa Catalina la Grande en uno de los palacios de Tsárskoye, la visión no pudo ser más estremecedora: los motivos pornográficos colgaban por todos lados. De las doce fotografías que tomaron los militares solo se conservan estas dos, correspondientes al sillón personal de la zarina y a una de sus mesas, ambos pletóricos de figuras fálicas.