Una tiza y una pizarra es todo lo que se necesita para reproducir algunas de las obras maestras de la pintura. La prueba está en las clases de Hirotaka Hamasaki, un profesor de dibujo japonés a quien se diría que las clases se le hacen cortas. Los alumnos que pasan por ellas no solo aprenden historia del arte, también desarrollan un concepto totalmente nuevo de lo que significa garabatear en la pizarra. He aquí algunas de sus lecciones más valiosas.

El tamaño importa

Si los aprendices de pintor japoneses quisieran ver el Guernica, de Pablo Picasso, tendrían que hacer una largo viaje hasta el Museo Reina Sofía. Si, milagrosamente, consiguieran que les llevaran el original al aula, tendrían que hacer una buena reforma; utilizar el lienzo más grande que fuera posible fue el único requisito que le impusieron a Picasso cuando le encargaron el cuadro. El talento de Hamasaki no alcanza al del pintor malagueño, pero sus reproducciones son bellas, certeras y mucho más versátiles.

 

 

 

¿El fondo es relevante?

La gran ola de Kanagawa es uno de los iconos del arte japonés del ukiyo-e (“pinturas del mundo flotante”, en español). El grabado de Katsushika Hokusai se copió por miles durante el siglo XIX y se convirtió en una referencia del arte japonés en Europa. La lección más valiosa de la imagen es que no es una estampa de una ola sino una vista del monte Fuji, al fondo de la imagen: la primera de una serie de 36 que compuso Hokusai.

 

 

 

Una tiza, varios colores

La riqueza de la composición es una de las claves del éxito de La última cena, de Leonardo da Vinci. Pero el cuadro también es una lección de color y contraste. En esta clase, el pintor de pizarras alecciona a sus discípulos sobre las posibilidades que abre un solo color: basta para pintar varios tonos y crear interesantes contrastes, que aportan profundidad a la obra.

 

Para gustos hay colores

Después de demostrar su dominio de la técnica durante todo el curso, el profesor despide a sus alumnos con este dibujo a todo color que tiene un importante mensaje implícito: para un artista, es importante tener un estilo propio, pero eso no le garantiza hacer obras imperecederas.

 

Salida profesional

Uno de los problemas a los que se enfrenta un pintor es cómo sacar suficiente dinero con su oficio. Una de las salidas más obvias en el mercado japonés es la de los cómics y los dibujos animados. Por eso, el profesor incluye en sus lecciones una escena de la película de anime Tu nombre, una cinta de ciencia ficción estrenada este mismo año.

 

El diseño es importante

Este maestro de la tiza japonés sabe bien que no solo de pintura vive el pintor. Cualquier estudiante de arte debe desarrollar habilidades modernas, como el diseño de logotipos. En las manos de Hamasaki, eso significa coger la regla y elaborar maravillosas composiciones que sus alumnos deberían poder recrear antes de graduarse.