Los androides más preparados del mundo calientan motores, engrasan piezas y preparan sus circuitos para uno de los mayores eventos de la historia de los deportes cibernéticos: las primeras Olimpiadas de Robótica Humana. La cita tendrá lugar en junio, en la “Moscú de Oriente”, Harbin, una de las mayores ciudades del noreste de China, donde se han propuesto reunir a equipos de más de 100 universidades de 20 países en el marco de esta competición. El objetivo: conseguir el puesto más alto del podio para demostrar lo que estas creaciones son capaces de hacer. Un citius, altius, fortius muy particular. Para ello se pondrá en liza a los androides (solo se aceptan robots diseñados con forma humana) en 16 tipos de pruebas, como atletismo, combate, baile y servicios domésticos de limpieza y atención médica, según anticipa a Quo uno de los organizadores, Hong Rongbing, profesor del Instituto de Tecnología de Harbin y “entrenador” de un equipo de fútbol de robots que ha ganado algún que otro campeonato internacional. Serán las primeras Olimpiadas, aunque no la primera vez que los robots compiten entre sí. Cada año se celebra más de un centenar de encuentros robóticos por todo el mundo en los que los ingenios demuestran sus habilidades en deportes como el fútbol, baloncesto, golf y hockey, aunque con normativas adaptadas y distintas categorías según el peso, dimensiones y características del robot. Las carreras de velocidad, resistencia, obstáculos y de subida de escaleras son muy usuales. Los combates de kung-fu y las luchas de sumo (inevitable influencia oriental) son otras de las pruebas comunes en todo gran campeonato.
Los RoboGames, que tienen lugar cada año en California (EEUU) en abril, son un escaparate para los robots que realizan bailes, acrobacias y apagan fuegos como los bomberos. En competiciones como Roboexotica (Austria, diciembre), en cambio, se premian habilidades como la mezcla de cócteles, la conversación en barra de bar y el encendido de cigarrillos. En este tipo de torneos, las estrellas suelen ser los humanoides. Y en las Olimpiadas de Harbin, una de las más esperadas será el robot Nao de Aldebaran Robotics, que ha confirmado su asistencia según revela Bruno Maisonnier, el fundador de esta firma francesa especializa en inteligencia artificial. De momento no se vende al gran público, pero los científicos pueden comprarlo (unos 12.000 euros) para programarlo en sus investigaciones, y se ha convertido en la plataforma robótica más vendida de 2009 con más de 400 unidades distribuidas. Su diseño, similar al del cuerpo humano (con dos piernas, dedos retráctiles y capacidad de girar 25 grados sobre sí mismo), permite a este pequeño de 58 cm de altura y 4,3 kilos andar, bailar, recoger objetos, localizar sonidos, cambiar el canal de televisión y levantarse si se cae.

La gran élite
Pero la élite de esta competición son los humanoides más altos, casi a tamaño humano, que hasta ahora no participaban en este tipo de torneos. Son pocos, demasiado avanzados y caros (cada unidad puede costar más de 500.000 dólares) como para exponerlos a daños. En esta categoría, el dominio de Oriente es abrumador. El último robot presentado por el Instituto Japonés de Ciencia y Tecnología Industrial (AIST, por sus siglas en inglés) e Industrias Kawada, el HRP-4C, con apariencia y proporciones de una mujer de 1,6 metros de altura, canta, habla, escucha, gesticula y hasta es capaz de desfilar por una pasarela de moda. El HRP-3, desarrollado para entornos industriales, puede manipular herramientas y es resistente al agua. HRP-2, el hermano menor de esta familia, con su 1,54 cm de estatura, baila, toca el tambor, genera mapas del entorno, sube escaleras, y también se levanta si tropieza. “El problema de estos robots es su alto coste y que las baterías todavía duran poco”, apunta Mario Ricardo Arbulu, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), que está trabajando en el HRP-2 en el marco de una estancia post doctoral en el AIST.
La estrella de Japón es el ya famoso ASIMO de Honda, que puede trotar a 6 km/h y se utiliza como asistente en los laboratorios de la compañía para atender a los empleados durante la comida, acercando bandejas con platos y bebidas, y como guía en museos y congresos. Los Partner Robots que ha desarrollado Totoya tocan el violín, el piano y la trompeta. Una de sus últimas versiones corre a 7 km/h gracias, entre otras cosas, a los dedos articulados de sus pies. Otros grupos del país nipón y de Corea del Sur han desarrollado humanoides similares, y en EEUU la empresa Boston Dynamics trabaja, con gran apoyo económico del Ejército, en una plataforma bípeda, PETMAN, que tiene estructura, locomoción y sistemas de control totalmente distintos a los que existen actualmente, e imita con gran precisión la marcha humana.
“Estos robots imitan nuestro sistema de locomoción y tienen nuestras proporciones, lo que facilita su integración en nuestra vida sin la necesidad de modificar o agrandar los espacios en los que nos movemos”, explica Carlos Balaguer, director del Robotics Lab de la UC3M, el único grupo español que ha diseñado un humanoide de este tipo. Casi diez años de trabajo, 15 investigadores y casi 600.000 € es lo que ha costado poner a caminar a Rh-1, que con sus 1,4 m de altura y sus 50 kg de peso va camino de quedarse anticuado, porque se trabaja desde hace un año en una nueva versión capaz de transportar objetos, subir y bajar escaleras, y cooperar con los humanos en el transporte de cargas. En Barcelona ya existe un robot bípedo que ha conseguido andar y se ha convertido en el más avanzado de cuantos se pueden encontrar en Europa. Se llama REEM B, y está desarrollado por PAL Robotics con capital de los Emiratos Árabes Unidos y por un grupo de investigadores en su mayoría españoles. Es capaz de reconocer rostros, comunicarse con humanos e incluso subir escaleras y sentarse. Tiene una autonomía de unas dos horas, un récord. El coordinador del departamento de Electrónica de PAL Robotics, Oriol Torres explica a Quo: “Aparte de caminar, transporta cargas de hasta 13 kilogramos; su mano tiene varios grados de libertad, lo que le permite coger objetos cotidianos, y posee un sistema de navegación para hacer mapas de su entorno y ubicarse a sí mismo dentro de ellos”.
El objetivo de los desarrolladores de robots no es hacer atletas, sino asistentes domésticos. Auguran que el desembarco doméstico será masivo en el próximo medio siglo; algunos se arriesgan a reducir este margen a 20 años. “La robótica va a convertirse en un bum similar al que supuso la tecnología móvil”, afirma el profesor Balaguer. Y concluye: “Un robot asistente será como un electrodoméstico más”. Las competiciones son una excusa perfecta para ir probando sus habilidades, hasta que un equipo robótico venza a la selección campeona del mundo de fútbol en 2050, desafío que propone la RoboCup, otro clásico de los torneos cibernéticos. Nos vemos en China.

Redacción QUO