En la década de los 60, Daphne Oram, por entonces directora del programa Radiophonic Workshop de BBC y compositora de música electrónica, creó lo que hasta entonces parecía impensable: un dispositivo que dibujaba y diseñaba efectos de sonido para radio que estuvo en uso hasta el año 1998.

La máquina no solo permitía crear sonidos sintéticos, sino también poder realizar correcciones y modificaciones. Según el responsable de la colección Daphne Oran, Mick Grierson «representa la primera vez que en Inglaterra alguien hizo un aparato capaz de sintetizar y componer al mismo tiempo».

Su forma de funcionar parece, en un principio, sencilla: las cintas van pasando por los elementos más sensibles a la luz, por lo que las marcas y gráficos de la película podían leerse mientras se alteraban el tono y volumen del sonido. En el otro lado de la curiosa Oramics Machine, unas superficies de cristal tratadas se empleaban para poder generar nuevas melodías y sonidos. El atractivo de esta técnica, fue una relación directa entre la imagen gráfica de la señal de audio en tiras de película de 35mm y la producción libre de sonidos, que a la vez, aunque con sistema monofónico, ofrecía una gran flexibilidad a la hora de ajustar los matices del sonido y podía añadirse a las cintas multicopia para proporcionar un mejor resultado. Las tiras de 35 mm con el sonido impreso en ellas, permitían controlar el resultado producido.

Ahora mismo, la Oramics Machine se encuentra en un almacén del Museo de Ciencia de Londres, compartiendo habitación con un pulmón artificial y una máquina que graba ondas cerebrales esperando ser expuesta al público este próximo verano. Según la ingeniera electrónica, Sarah Angliss, «la máquina es casi un eslabón perdido, muy física y al mismo tiempo muy relacionada con los programas informáticos que alguien como yo usa cada día.»

Oram, que falleció en el 2003, fue un personaje clave para el futuro desarrollo de la música electrónica en Reino Unido. Aunque han intentado volver a poner la máquina en funcionamiento, los técnicos del museo explican que está en un estado muy frágil como para intentarlo. Habrá que ir a Londres para ver tan curioso invento.

Redacción QUO