Más de 30 millones de personas en todo el mundo tienen discapacidades del habla y enfrentan dificultades cuando se trata de comunicarse con personas que no tienen conocimiento de la lengua de signos. En 2050, la OMS calcula que 900 millones de personas tendrán serias dificultades auditivas.

Roy Allela, un profesor de ciencia de datos en la Universidad de Oxford, tiene una sobrina de 6 años que es sorda y su deseo de poder comunicarse mejor con ella y que la niña lo pudiera hacer con sus amigos, le llevó a inventar unos guantes inteligentes que convierten los movimientos de la lengua de signos en audio.

El dispositivo se llama Sign-IO y tienen sensores flexibles en cada dedo. Los sensores cuantifican la curva de los dedos y procesan la letra. Mediante una conexión Bluetooth, la aplicación del teléfono, vocaliza las letras.

«Mi sobrina usa los guantes, los combina con su teléfono o el mío, luego comienza a hacer los signos y puedo entender lo que dice – explica en un comunicado Allela –. La aplicación permite configurar el tono de voz, la velocidad y hasta el género, hombre o mujer, que queremos oír. Las personas hablan a diferentes velocidades y lo mismo ocurre con aquellos que utilizan la lengua de signos, por eso lo integramos en la aplicación móvil para que sea cómodo para cualquiera que la use”.

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African Curators

Allela ya ha dado los guantes a una escuela para necesidades especiales en una zona rural del suroeste de Kenia. Los comentarios de los usuarios ayudaron a comprender qué parte de la herramienta necesitaba mejorar, cuál era la velocidad a la que se convierte el idioma y otras características.

Los usuarios de la aplicación pueden elegir su idioma, género e incluso el tono de la vocalización. La precisión de los resultados es del 93%. El audio no es el único aspecto personalizable de los guantes, también su diseño: desde guantes de princesa a los de Spider-Man. Según Allela, los guantes ayudan a combatir el estigma de ser sordo y tener un impedimento en el habla: si los guantes se ven bien, todos los niños querrán saber por qué los tienes puestos.

Juan Scaliter