Inventando términos, los gurús de internet son mejores que nadie. Con leer “consumo colaborativo” lo entendemos todo del tirón. Y si le añadimos que es justo lo contrario de “consumo propietario”, los periodistas nos quedamos sin trabajo. Son dos grandes titulares por sí mismos. La idea de compartir el uso de cosas tan dispares como el coche, abonos de ópera y ropa nace de una mezcla de ecologismo, crisis económica y de la internet más primigenia, aquella donde locos coleccionistas de todo el mundo intercambiaban las primeras cosas. También es memorable aquella idea tan romántica de “liberar libros” practicando el book crossing: uno los dejaba, por ejemplo, en el hueco de un árbol, anotaba su ubicación y título en una web, y otro lo reaprovechaba.

De la idea a la web
Las modalidades ahora se multiplican: compartir sin ánimo de lucro, intercambiar, permutar, vender (con otras reglas y no todo nuevo) y alquilar cosas inesperadas, como una cama supletoria porque te viene una visita. La propia eBay avisaba el año pasado de que este mercado había superado los 500.000 millones de dólares en 2009. Una buena guía para conocer el espíritu, pero también las evoluciones concretas, de esta tendencia está en Collaborativeconsumption.com, nacida a rebufo de un libro de Rachel Botsman y Rogers Roo titulado What’s mine is yours (Lo que es mío es tuyo).

Allí puedes ver datos de este peculiar mercado, como nuevas ideas y empresas que surgen para facilitar el consumo colaborativo, eventos y congresos relacionados, y dónde consultar las cifras de gente que usa coches comunitarios en EEUU (Futureofcarsharing.com). Es un negocio que ha crecido un 51% en 2010 en EEUU. Como ocurre con la Bolsa, el “resfriado” ha comenzado al otro lado del charco, pero los “estornudos” empiezan a surgir en Europa, incluida España.

Aquí, la fiebre ha empezado por el sector del transporte, y ya hay un portal como Viajamosjuntos.com donde un sencillo formulario te pregunta adónde quieres ir, en qué fecha y cuántos pasajeros queréis añadiros. Otro ejemplo es Socialcar.com, donde se alquilan coches entre particulares. En webs como Nolotiro.org/es (y añaden: “Lo regalo, y sin condiciones») se recicla lo que sea poniendo un simple anuncio y dejando un contacto para quien lo quiera. Pero lo más peculiar en España es la idea de Bubango.com, una empresa que ofrece compartir tierras de cultivo en La Laguna (Tenerife), a base de alquilarlas en huertos familiares de 35 m2, y con asesoramiento técnico incluido. Una buena metáfora de cómo se cultiva el consumo del futuro.

El pisito, o casi
Seguro que dentro de los 8.000 apartamentos en 40 países que 9flats.com dice tener en cartera encuentras una casita (o casaza) particular que algún rico no usa. La idea es muy “familiar” porque, sí, es un alquiler, pero siempre conoces al dueño y algunos de ellos se prestan a enseñarte la ciudad donde está la casa. Puede ser por días, semanas, meses…

Redacción QUO