Un sistema de reconocimiento de matrículas automático que ofrece en el visor toda la información disponible sobre el vehículo y aumenta su campo de visión en un 65%; un GPS de realidad aumentada controlado por voz y un smartphone integrado que permite comunicarse, sin manos, con sus compañeros y la central de policía. Así es el casco desarrollado por un joven ingeniero australiano de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Alfred Boyadgis, y por el que ya se han interesado, entre otras, la policía de Florida. Se trata de una versión real del Forcite, el casco con superpoderes que llevaba Robocop, el ciberpolicía del clásico de los 80 del que en febrero podremos ver un remake. Y es que, casi 30 años después, mucha de la tecnología que entonces parecía ciencia ficción, como identificar huellas dactilares y saber si alguien miente midiendo sus constantes vitales, como hacía el agente Cameron, es técnicamente posible.
Redacción QUO
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