Hay que reconocer que los estadounidenses son únicos para poner nombres y jugar con las siglas. El fabricante de satélites de tipo MEO en el que Google ha invertido 735 millones de euros para llevar la conexión a internet a países en vías de desarrollo y zonas remotas se llama O3B. El nombre hace alusión a esos otros tres mil millones de personas (“other 3 billions” –los “billions” del inglés de EEUU son diferentes–) que no tienen acceso a internet. Que el flujo de datos llegue a través de satélites no es una novedad, porque, por ejemplo, es el modo en que los móviles pueden navegar (aunque entre medias los datos pasen por repetidores), pero el gran reto es la banda ancha, la alta velocidad. Y esa solamente es posible mediante cables de fibra óptica. Pero es una solución cara, que tarda años en hacerse realidad y que cuenta con muchos impedimentos en países subdesarrollados donde las licencias y los monopolios gubernamentales son una maraña. Así que Google parece haber optado por otra solución que tampoco es muy barata, pero sí mucho más expeditiva: lanzar en los próximos años 180 satélites de O3B.
Globos y drones como repetidor
La idea de la conexión aérea sobrevuela los despachos del buscador desde hace tiempo y va en serio. Primero lanzaron el proyecto Loon, unos pequeños globos aerostáticos que flotan desde la estratosfera para conectar zonas rurales (lo primero ha sido una comarca de Nueva Zelanda) o devastadas por catástrofes. Y recientemente la compañía ha comprado un fabricante de drones alimentados con energía solar (Titan Aerospace) que son capaces de volar durante años seguidos. Eso sería una doble ayuda en cuanto a conexión y envío de fotos desde el aire. Quo se puso en contacto con Google para comentar los planes con O3B, pero por ahora “no tenemos nada nuevo que anunciar”, respondió un portavoz.
Redacción QUO