Son, como la que estás leyendo (la Benton), tipogra­fías en las que el diseño de las letras cumple dos características básicas: no tiene ribetes ni remates ornamentales (“serif”), y todos los trazos son casi igual de gruesos, cosa que pocas veces ocurre en los tipos con “serif”.

Las primeras tipografías de palo, o “sans serif”, nacieron hacia 1820 en Inglaterra, inspiradas en la caligrafía monumental romana. Por su apariencia de austeridad funcional, representaban bien la estética de la industrialización, y se usaron mucho para el ámbito comercial. Además, su legibilidad y durabilidad (no hay ribetes finos que se borren) las hacían perfectas para imprimir etiquetas.

Enviada por Rosa Alguacil, correo electrónico

Redacción QUO