La carrera espacial vuelve a estar a la orden del día en la agenda política rusa. Roscosmos, la Agencia Espacial Federal de Rusia, está inmersa en la elaboración de tres diseños de cohetes superpesados. El Kremlin ha dado luz verde a este proyecto aeroespacial, que deberá presentarse para 2019. Se seleccionará el modelo más apropiado con vistas a ser puesto en órbita dentro de diez años. El propio Vladimir Putin sentenció que todos los plazos «debían cumplirse y sus pruebas de vuelo tendrían que comenzar, como se planeó, en 2028».

Uno de los modelos que se tiene en mente recuperar es el del desafortunado Energia, el legendario lanzador soviético que mandó al espacio la nave espacial Buran en noviembre de 1988. En caso de que este cohete se convierta en realidad, se uniría a la lista de vehículos espaciales más gigantescos de la historia.

En su momento el Energia fue el lanzador más potente y polifacético del mundo, el máximo logro de la cosmonáutica soviética: 60 metros de largo y 110 toneladas métricas en órbita baja (entre 200 y 2000 kilómetros por encima de la superficie terrestre).

Tras la desestabilización y ruptura de la Unión Soviética en 1991, el programa aeroespacial cayó en el olvido y el Energia no volvió a utilizarse. Ahora, treinta años después de su segundo y último lanzamiento, el sueño espacial ruso revive y pretende recuperar, al menos en parte, el modelo de su coloso aeronáutico.

El nuevo supercohete tendría unas características ligeramente diferentes a las del Energia original: podría transportar 80 toneladas de carga en órbitas bajas y 20 en la órbita alrededor de la Luna. Mientras que el antiguo lanzador llevaba un avión espacial montado en uno de los laterales, el nuevo vehículo estaría diseñado para llevar carga útil en el cono principal.

Este proyecto cosmonáutico estará dividido en dos fases. La primera se desarrollará entre 2028 y 2032, y prevé lanzar una nave espacial tripulada, un módulo lunar de despegue y aterrizaje y cargas que puedan ser útiles en vuelos alrededor de la Luna. El objetivo último es crear un puerto espacial en la órbita lunar junto a la NASA, con quien Roscosmos ya se ha comprometido a colaborar, y aterrizar sobre el satélite. La segunda etapa se implementará en entre 2032 y 2035 y tiene el fin de construir y operar una base lunar, además de participar en misiones de investigación en Marte.

Volver a poner en marcha la carrera espacial parecía algo imposible, pero el repunte de los precios del petróleo y el auge de la economía rusa han provocado que Putin busque recolocar a su país entre las principales potencias mundiales. Quién sabe si el nuevo Energia, aún en etapa de diseño y planificación, será quien lleve a la humanidad a nuevos mundos. De momento, la NASA trabaja en su descomunal Space Launch System (SLS), presentado por la agencia norteamericana como el «cohete más poderoso jamás construido», y que prevé iniciar su primera misión en 2020.

Redacción QUO