En 2009, la NASA promovió el llamado Desafío Vuelo Verde, gracias al cual recompensan con medio millón de dólares al avión que tenga la mejor eficiencia energética. Una docena de proyectos se han presentado ya, entre ellos, uno diseñado por el ingeniero Randall Fishman, el avión electrico ElectraFlyer-C. 

Es la señal de que en el mundo de la areonáutica se está produciendo una revolución –tímida aún, es cierto– destinada a liberar a los aviones de la dependencia de los combustibles tradicionales. Aunque cada vez son más eficientes, apenas se ha producido una reducción real de las emisiones provocadas por el tráfico aéreo. ¿Cuál es la solución, entonces, al problema? Parece que podrías ser la electricidad. Pero que nadie espere despegar de un aeropuerto a bordo de un avión de pasajeros eléctrico en un futuro inmediato. Por el momento, las baterías pesan demasiado. Esa es la razón de que las perspectivas inmediatas sean mejores para los modelos híbridos.

Demasiado pesados para volar

Airbus se ha interesado por este concepto y propone un motor a reacción con un sistema de embrague que puede funcionar con queroseno, electricidad, o con ambos cuando se necesite un empuje extra. Modelos así reducirán el consumo de combustible a un 30% del que usa un avión convencional.

Además de poseer un 90% más de eficiencia, los motores eléctricos son mejores también para el medio ambiente: no vierten gases de efecto invernadero a grandes altitudes y son silenciosos. Por tanto, ¿la solución vendrá en alas del avión eléctrico?

No mientras las baterías excedan literalmente el peso de sus ventajas. Consideremos un avión convencional de 200 plazas, que pesa unas 115 toneladas en el despegue. Un tercio de ese peso es queroseno. Proveer de la misma cantidad de energía para un avión completamente eléctrico exigiría 3.000 toneladas de baterías de ión-litio. Esto supone que ahora el único avión práctico de este tipo es el de deporte, con solo uno o dos asientos y un propulsor.

Pero a medida que sube el precio del combustible, crece el interés por los bajos costes que ofrece una aeronave eléctrica. Se espera que los avances futuros lleguen de la mano del Desafío Vuelo Verde de la NASA. Para ganar el medio millón de dólares del premio, los aviones que compitan deben volar 322 km en menos de dos horas usando la energía equivalente a 3,78 litros de combustible por ocupante. El acontecimiento será en julio.

De los doce contendientes registrados, cinco se basan en la propulsión eléctrica. Los fabricantes también empiezan a interesarse. Boeing ha presentado un estudio para planificar la tecnología que podría reducir el consumo de combustible en un 70% en 2030. Para solventar el inconveniente de que un avión completamente eléctrico sería muy pesado para volar, el estudio de Boeing propone combinar la propulsión de turbinas de hélice convencionales con la energía eléctrica. Así nació el diseño de la nave SUGAR Volt.

Llegan los supermotores

Además, los aviones eléctricos podrían hacer realidad el sueño del vehículo aéreo personal (PFV), que reemplazaría a los coches. Aunque hay muchos desafíos que resolver, ya que cada vecindario precisaría su propio aeropuerto “de bolsillo”.

Pero todos estos modelos pueden quedar desfasados si tiene éxito el proyecto que está desarrollando Advanced Magnet Lab (AML), empresa que usa materiales superconductores para fabricar una nueva generación de motores eléctricos de alta eficiencia.

Los motores superconductores emplean serpentines en lugar de bobinas de cobre, gracias a lo cual pueden llevar corrientes más altas y generar muchísima más energía. Así, una versión superconductora de un motor de 200 caballos como el que tiene el Cessna 172 podría significar una revolución. Mientras que el del Cessna pesa 160 kilos, el superconductor sería más potente, y pesaría solo 90.

En 2009 propusieron la forma de impulsar un avión sin baterías. Explicaron que dos turbinas alimentadas con hidrógeno líquido podrían llevar a los generadores a producir electricidad para diez motores superconductores, que se convertirían en propulsores. Con este diseño, aunque fallaran dos motores, habría aún suficiente empuje para que el avión volase.

Skyhawk 172

La firma aeronáutica Cessna prevé tener lista para finales de 2011 la versión eléctrica de este aparato, el más usado de la historia. Su “primo” ecológico tendrá un motor único y cuatro asientos.

Elektra One

Un modelo inspirado en el ElectraFlyer-C, diseñado por la empresa alemana PC Aero. Se trata de una aeronave monoplaza que reduce las emisiones de CO2 y la contaminación acústica.

CITATION-X

La era en que los aviones eléctricos sean utilizados para largas travesías aún está lejos. Por eso, de momento, la joya de la flota de Cessna es este jet diseñado para favorecer el ahorro de cumbustible con un consumo eficiente.

Skyspark

El piloto Maurizio Cheli batió el record mundial de velocidad de aviones eléctricos al alcanzar con este aparato los 250 km/h.
La nave se mueve impulsada por células de combustible de hidrógeno de alto rendimiento.

SugarVolt

Modelo híbrido diseñado por Boeing. Funciona con una combinación de turbinas (de hélice) de queroseno, que son las que lo hacen despegar. Pero, una vez en el aire, al necesitar menos energía, vuela con un motor eléctrico.

Cri-Cri

Un aeroplano acrobático de fabricación francesa  y completamente eléctrico. Funciona con cuatro motores y tiene una autonomía de vuelo de 30 minutos a una velocidad de crucero de 100 km/h.

El Superboeing

No todos los aviones ecológicos serán eléctricos. Este es un prototipo supersónico de Boeing que funciona con combustible de alto rendimiento, y que está siendo diseñado en colaboración con la NASA.

Un futuro eficiente

La propulsión eléctrica revolucionará la areonáutica, ya que, si se cumplen las expectativas, habrá aviones más eficientes (producirán más energía con menos combustible).