El primer paso para que no se queme la flor de la imagen fue una apuesta entre dos científicos en 1931. Samuel Kistler demostró a Charles Learned que podía extraer el líquido de la mermelada y sustituirlo por gas sin que el volumen variara. De paso, creó el primer aerogel, el material sólido más ligero, que hoy protagoniza multitud de investigaciones y puede colarse en nuestras ventanas para protegernos de temperaturas extremas con un grosor cinco veces más fino que el del doble acristalamiento.

Podremos amueblar la casa comprando planchas de madera que, al regarlas, se convierten en las estanterías y mesas del salón

Junto a él, y con historias de origen menos lúdico, se ha alineado una serie de materiales de origen o descubrimiento reciente, destinados a revolucionar nuestra vida. En ocasiones, incluso a salvarla. Los biomateriales lideran una de las líneas de investigación para lidiar la lucha contra, por ejemplo, el cáncer en el interior de la célula afectada, pero también imitan la insuperable capacidad de adhesión de las patas de los geckos. O la combinación sin par de flexibilidad, resistencia y elasticidad de la seda de araña.

Mientras nuevas estrellas, como el grafeno, ofrecen sus propiedades en variados campos (Kodak acaba de patentar un modelo de película para cámaras fabricado con él), la madera y el cristal renuevan su vieja gloria como material de construcción y también para soporte de datos informáticos.

En el documental Supermateriales, de la Universidad de Zaragoza, Agustín Camón, del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón (ICMA) considera el silicio (la base de los chips) como el protagonista indiscutible del s. XX. Te presentamos varios candidatos a arrebatarle el merecido título.

Seda para salvar vidas

La seda de araña puede trabajarse a temperatura ambiente, lo que la hace mil veces más eficiente que los plásticos, solo moldeables con calor o frío. Esa flexibilidad, unida a su resistencia, ha lanzado a los laboratorios del mundo en busca de sustitutos sintéticos más baratos. El primero del mercado, Spiber, se ha creado clonando una secuencia de genes de las arañas e insertándolos en bacterias, que se encargan de fabricarla. La startup japonesa está preparando la producción en masa para futuros chalecos antibalas, hilos de sutura y andamiajes biológicos para regenerar tejidos.

La atmósfera, más limpia

Coge un gel, extráele el líquido y sustitúyelo por gas. El resultado será un material rígido, ultraligero, con gran cantidad de aire y superficie en un pequeño grosor, y poco peso. ¿Para qué? Para aislar mejor edificios y ropa deportiva; y, si los haces de metal, para fabricar catalizadores más baratos y depósitos de hidrógeno para coches. También para absorber CO2 de la atmósfera.

Imprime tus zapatillas

La impresión 3D está imponiendo su reinado. E Ignacio García ha contribuido a ello al inventar el primer filamento flexible para alimentarla. Filaflex se alarga un 700% antes de romperse, se puede combinar con otros materiales y te permite fabricarte en casa estas zapatillas y otros objetos cuyos modelos puedes encontrar en la página de Recreus.

Solo hay que añadir agua

Este elefante de madera se imprime plano y se hincha al mojarlo. Pertenece a la investigación de materiales robóticos que dirige Skylar Tibbit en el Laboratorio de Autoensamblaje del MIT. Su idea: mezclar sustancias que reaccionen de maneras distintas a la energía para obtener muebles que se monten al regarlos y zapatos que se aten solos.

 

Para recordar claro y en 5D

Lo mejor es guardar los datos en cristal. En la Universidad de Southampton han creado discos de cuarzo en 3D a los que añaden la polarización y la intensidad del láser con que los graban. Jugando con ellas, pueden llegar a almacenar terabytes en el tamaño de una uña. Además, resiste a temperaturas de hasta 1.000ºC, y los datos permanecen estables más de 10.000 años. Vamos, siempre.

Échale gamba a la araña

Y tendrás Shrilk, una mezcla de la quitina que cubre al crustáceo y una proteína de la seda de artrópodo. En el Instituto Wyss de Harvard han conseguido este polímero, más fuerte que las aleaciones de aluminio, pero muy flexible, maleable, degradable por microbios y útil como suelo para cultivo.

Sin ladrillos

El sueño de construir edificios altos de madera para reducir la huella de carbono chocaba con la falta de fuerza de los troncos. Pero a base de contralaminarla y buscar nuevas formas de adherir los paneles, ya se ha construido el Forté del puerto Victoria de Melbourne, con diez pisos, que se verá superado por los 15 del Treet de Bergen (Noruega) de la imagen.

Ordenador de papel

Una impresora con nanopartículas de plata en su tinta. Es todo lo que hace falta para crear circuitos electrónicos sobre papel. De momento, en el laboratorio de Manos M. Tentzeris, en el Instituto de Tecnología de Georgia (Atlanta, EEUU) han fabricado el Sensesprout, este sensor de humedad para plantas que transmite los datos por WiFi. Ahora buscan ordenadores de papel que sigan funcionando tras hacerlos pedazos.

Imagen cortesía de Manos M. Tentzeris, Georgia Tech.

La revolución del calor

La mayor parte del calor que genera la energía de nuestros aparatos eléctricos se pierde. Con idea de aprovecharla para alimentarlos, se investigan unos compuestos de minerales raros conocidos como escuteruditas. En General Motors ya están desarrollando una camioneta que alimentará componentes como la radio y los faros con el calor del tubo de escape. A la larga, se podría incluso usar para motores híbridos.

Se arregla solo

Como Terminator. El orificio en plástico de la imagen se cerró en 20 minutos. Para hacerlo, Scott White, de la Universidad de Illinois, aplicó unas microcápsulas que estallan con la ruptura y liberan un gel para cerrar la grieta, y un polímero para endurecer el parche. En IBM trabajan con moléculas que vuelven a unir sus enlaces rotos al aplicarles calor. El objetivo: coches sin rasguños.