La Sociedad Europea de Urología comprobó en una encuesta entre más de 12.000 varones con eyaculación precoz que, además de relaciones sexuales insatisfactorias, tenían baja autoestima, una mayor preocupación por sus relaciones (en ocasiones hasta el punto de evitarlas), mayor grado de ansiedad y vergüenza, y peor calidad de vida y salud general que aquellos sin esta disfunción.
Si esta se prolonga durante años, incluso puede llegar a provocar trastornos orgánicos tanto en el hombre como en la mujer. Ana Puigvert, presidenta de la Sociedad Española de Andrología, explica que: “El más habitual entre las parejas es la congestión del suelo pélvico, que produce dolor, sensación de cosquilleo y pérdida de sensibilidad vaginal”.
A largo plazo, muchas mujeres acaban rechazando las relaciones sexuales porque se sienten decepcionadas e insatisfechas: “Ver a parejas llorar en la consulta es el pan de cada día”.
Cronometrar el sexo
En los ensayos para comprobar la eficacia de la dapoxetina que hizo la compañía fabricante de Priligy, Janssen-Cilag, entre 6.000 varones de 18 a 64 años, también se preguntó a las parejas de los participantes por los efectos del medicamento y por su propio disfrute sexual. Según los cónyuges, tanto el control en la eyaculación como la satisfacción que tuvieron en la relación habían mejorado mucho.
El último de los ensayos clínicos duró doce semanas. Cronómetro en mano, las parejas tenían que medir el tiempo de latencia eyaculatoria, es decir cuántos segundos transcurrían desde que se producía la penetración hasta que eyaculaba el chico.
Los hombres que tomaron dapoxetina pasaron de hacer 55 segundos de media después de haber penetrado a su pareja a los 2 minutos y 48 segundos. Eso, con la pastilla de 30 miligramos; aquellos que probaron la de 60 mg lo hicieron transcurridos 3 minutos y 20 segundos.
Entre los varones con este trastorno, el proceso de eyaculación es básicamente el mismo que entre los que no lo tienen; la excitación se produce con la misma rapidez, igual que la flacidez que aparece en el pene una vez se ha realizado el coito.
Lo que cambia es el período de meseta, es decir el espacio de tiempo entre la aparición de la erección y la eyaculación, extremadamente corto entre las personas con esta disfunción sexual. La dapoxetina actúa alargando esta fase, y lo hace modificando los niveles de serotonina en el cerebro. En realidad, el desarrollo del medicamento tenía parte del camino hecho, porque los efectos de este neurotransmisor sobre la eyaculación eran de sobra conocidos.
“Desde hace años, se sabe que uno de los efectos secundarios de algunos antidepresivos, los inhibidores de la recaptación de la serotonina, no es precisamente indeseable: retardan la eyaculación”, apunta Juan Carlos Ruiz, director del Instituto Urológico de Madrid.
Los especialistas recurrían a ellos para tratar este trastorno muy selectivamente: “Porque tardan en surtir efecto entre una y dos semanas, y a largo plazo pueden aparecer acontecimientos adversos, como la disminución del deseo sexual”, añade el doctor Ruiz. Era como matar moscas a cañonazos. Si el nuevo medicamento actúa como los inhibidores de la recaptación de serotonina, la pregunta es: ¿Priligy es en realidad un antidepresivo usado ahora para retardar la eyaculación?
Redacción QUO