Para “andar” por el encéfalo, los cirujanos recurren a un GPS nada tecnológico, pero muy eficaz.
Cada vez es más frecuente que, una vez se ha hecho la craneotomía, identifiquen una a una las zonas que regulan el lenguaje, la sensibilidad y el movimiento, entre otras.
Así, pueden operar causando el menor daño posible en estas funciones. El paciente tiene que permanecer despierto durante gran parte de la intervención.
Redacción QUO