Si a alguien se le ocurre escribir en Google la frase «animales violando a seres humanos», aparecen innumerables entradas. La mayoría de ellas hacen referencia a supuestos casos de violación de personas cometidos por delfines, gorilas y orangutanes, los tres colectivos animales, convertidos en una especie de «sospechosos habituales» en los presuntos casos de violaciones (por decirlo de alguna manera) contra natura. Pero, ¿hay algo de verdad en esa historia? Lo cierto, es que todo parece ser uno de los muchos mitos que corren por la red. Y, aclaramos que, si esa leyenda fuera real, más que de violar habría que hablar de forzar. Ya que violación es un término legal que es únicamente apropiado para los humanos.
En el caso de los delfines, el mito parece tener su origen en el hecho de que, según se afirma, son junto con los bonobos y los humanos, los únicos mamíferos que «practican sexo por placer». Y hemos entrecomillado la expresión porque, aún siendo real, es necesario matizarla. Tal y como explican los especialistas de la Universidad de Santa Bárbara, en California, es cierto que los delfines se aparean fuera del período de celo, lo que implica que no realizan el coito únicamente por el instinto de reproducirse. Pero es muy complejo y delicado saber si ese supuesto «placer» se asemeja en algo al que experimenta el ser humano.
Pero, aunque así lo fuera, eso no implicaría que fueran capaces de violar a un ser humano. Ni siquiera a otro ejemplar de su propia especie ya que, tal y como aseguran Martin N. Mullery Richard W. Wrangham, investigadores de la reserva marina de Shark Bay, en Australia, en un libro titulado Sexual coercion in primates and humans: «No existe ninguna evidencia de comportamientos sexuales coercitivos entre los delfines, ni de casos de cópula forzosa».
Por otra parte, tal y como explica Justin Gregg, especialista en comportamiento de los delfines, y colaborador habitual de medios como la BBC o Scientific Américan: «Todos los supuestos casos de humanos violados por delfines, son fakes. Y los vídeos que circulan por la red no demuestran nada. O están manipulados, o son simplemente entrenadores jugando con los cetáceos».
Bien, ya hemos absuelto a los delfines. Pero, ¿qué ocurre con los orangutanes? En su caso, el mito viene de más antiguo. La leyenda cuenta que en el circo romano se arrojaban mujeres cristianas o esclavas a la arena para que fueran forzadas por estos simios. Pero no hay ningún documento veraz que así lo confirme.
De hecho, el único supuesto caso de violación cometida por un orangután que está documentado, es el que está recogido en el libro A natural history of rape, escrito por Randy Thornhill y Craig Palmer. En él se relata como una cocinera que trabajaba en el equipo de la primatóloga Biruté Galdikas, habría sido violada por un simio en la jungla de Borneo. Pero se trata de una historia confusa y discutida, ya que nadie ha sido capaz de confirmar su veracidad.
También se ha puesto como ejemplo, el caso de la actriz Julia Roberts que, en 1996, rodando el documental Wild, vio como un orangután se excitaba a su presencia, lo que obligó a que los miembros del equipo tuvieran que separarlos. Pero eso no puede usarse como prueba de cargo en este juicio. Según los expertos en primatología, los orangutanes son capaces de detectar las señales olfativas que indican que una hembra humana está ovulando, y eso puede excitarles. También tienen fuerza suficiente para poder forzar a alguien de nuestra especie. Pero no existe ninguna evidencia de que lo hayan hecho o intentado.
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Así que, a falta de descubrimientos inesperados, de momento vamos a concluir que no. Los animales no van a violarnos. Matarnos y devorarnos, tal vez sí, en el caso de algunas especies. Pero lo otro, no.
Vicente Fernández López