Streptoccous Pyogenes es un nombre que, probablemente, no le diga nada a nadie. Pero la cosa cambia si especificamos que se trata de la terrible bacteria comecarne. Un microrganismo que acaba de cobrarse una nueva vida en Birmingham, Gran Bretaña.
Se trata de una mujer de 23 años llamada Katie Widdowson. Parece ser que la desafortunada se contagió mientras estaba practicando juegos sexuales de dominación con su novio. Su pareja la había atado con cuerdas, causándole una pequeña herida en la muñeca. Varios días después, su brazo estaba de color negro y mostraba numerosas ampollas. Y aunque fue trasladada al hospital, falleció en la ambulancia.
La autopsia ha confirmado que Katie murió a causa de una fascitis necrotizante, una infección potencialmente mortal que se extiende por vía subcutánea. Esta grave afección puede estar causada por diversas entidades bacteriológicas, entre ellas la llamada bacteria comecarne.
Paradójicamente, la acción de la bacteria no siempre es igual de devastadora. Muchas personas pueden estar infectadas y no padecer más que una simple amigdalitis o una faringitis. O ni siquiera eso, y no mostrar ningún síntoma. Los especialistas creen que todo se debe a las defensas del organismo. Si estas son altas, la bacteria mostraría lo que podemos llamar un «perfil bajo». Pero si no es así, podría mostrar su faceta más terrible.
Se calcula que tan solo en Estados Unidos se producen al año unos 1.000 casos de fascitis necrotizante causados por esta bacteria, de los cuales un 20% resultan mortales. Una pequeña herida puede ser la puerta de entrada de este microorganismo que, a través del torrente sanguíneo se transmite por todo el cuerpo. Y si afecta al corazón o al cerebro, el desenlace puede ser fatal.
La voracidad de la bacteria es insaciable y, tan solo en cuestión de horas, puede destruir el músculo, la grasa y el tejido epidérmico que encuentra a su paso. La forma de contagio más común es a través del contacto físico con una persona infectada. Y, como ya hemos dicho, muchos individuos pueden ser portadores sin saberlo.
Por supuesto, el terrible caso que acaba de ocurrir en Gran Bretaña, no implica que los juegos sexuales de dominación supongan un riesgo de contagio. Cualquier tipo de herida causada haciendo deporte, por una caída… puede ser una vía de entrada para la bacteria. Lo de la paciente inglesa fallecida solo puede calificarse de mala suerte.
Vicente Fernández López