A nivel mundial, un tercio de la tierra protegida se encuentra bajo intensa presión humana debido a procesos que incluyen la construcción de carreteras, el pastoreo y la urbanización, según un nuevo estudio publicado en Science y liderado por Kendall R. Jones.
Los resultados sugieren que las áreas protegidas, creadas para detener la pérdida de biodiversidad, no están tan bien protegidas como se creía. La última evaluación global de los impactos de la actividad humana dentro de las áreas protegidas fue en 1992, desde entonces la extensión de las áreas protegidas casi se ha duplicado. Sin embargo, la evaluación en 1992 no tuvo en cuenta la presencia de carreteras y vías navegables, entre otros elementos artificiales.
El equipo de Jones evaluó el estado actual de las áreas protegidas. Analizaron un mapa global que combina datos sobre entornos construidos, agricultura intensiva, tierras de pastoreo, densidad de población humana, luces nocturnas, carreteras, ferrocarriles y vías navegables. Los resultados mostraron que, como promedio mundial, el 33% de la tierra protegida se encuentra bajo intensa presión humana, mientras que el 42% de ella está libre de cualquier presión humana medible. En términos de áreas designadas de tierra protegida, solo el 10% de las tierras estaban completamente libres de actividad humana.
Curiosamente, las áreas protegidas designadas después de 1993 tienen un nivel más bajo de presión humana intensa dentro de sus fronteras que las designadas previamente; los autores sugieren que esto puede indicar que las áreas designadas más recientemente fueron identificadas como espacios protegidos porque se las reconoció como de baja presión humana. Los autores sugieren que algunas áreas protegidas podrían categorizarse mejor para restringir la actividad humana.
Juan Scaliter