“Es difícil entender las motivaciones de los animales que vivieron hace más de cien años – explica Larisa DeSantis, líder del reciente estudio centrado en los leones de Tsavo, en un comunicado –, pero las actuales técnicas científicas nos permiten hacerlo. Y gracias a que el Field Museum conserva los restos de estos leones, podemos estudiarlos usando técnicas que hubieran sido inimaginables un siglo atrás”.
En 1898, mientras se realizaban unas obras de ferrocarril en el río Tsavo (Kenia) dos leones habrían matado, según informes de aquellos tiempos, a 135 personas a lo largo de 9 meses. Aunque los estudios actuales hablan de 35 víctimas, ambos felinos se hicieron famosos en todo el mundo y hoy se encuentran conservados en el Field Museum.
Y allí acudió DeSantis para realizar, junto al experto Bruce Patterson, un análisis del desgaste microscópico en los dientes de los legendarios leones. Las conclusiones, publicadas en la revista Nature, sugieren que no era el gusto por la carne humana, ni la escasez de presas lo que les llevó a esta conducta.

“Nuestros resultados – afirma DeSantis – sugieren que cazar seres humanos no era el último recurso de los leones, sino simplemente la solución más fácil a un problema. A pesar de los informes contemporáneos del sonido del crujido de los huesos de sus víctimas, los dientes de los leones de Tsavo no muestran patrones de desgaste consistentes con masticar huesos. De hecho son sorprendentemente similares a los que presentan los leones que viven en zoológicos y normalmente se alimentan con una dieta sin huesos”.

DeSantis y Patterson estudiaron las mandíbulas y la dentadura de los dos leones Tsavo y del león de Mfuwe, Zambia, que mató por lo menos a seis personas en 1991,para investigar la teoría de si la escasez de presas pudo haber llevado a los leones a cazar humanos. En aquellos tiempos, la región de Tsavo llevaba dos años inmersa en una sequía y, por si fuera poco, una epidemia de peste bovina, que habían devastado la fauna local. Si los leones, desesperados por comida, se hubieran alimentado previamente de carroña, debían tener abrasiones similares en sus dientes a las de las hienas. Pero no era así.

Al analizar la dentadura descubrieron que uno de los leones de Tsavo (el que más carne humana consumió, como se estableció a través del análisis químico de los huesos y la piel), tenía una importante infección dental: un absceso en la raíz de uno de sus caninos, una infección dolorosa que habría hecho imposible la caza normal.
El hecho de que el león de Mfuwe también tuviera un severo daño estructural en su mandíbula proporciona un apoyo adicional para señalar a los problemas dentales como el desencadenante de esta conducta.

Juan Scaliter