Los osos polares, focas y otros animales en peligro de extinción que viven en el Ártico todavía tienen esperanzas, según señala un artículo de la revista Nature.
La buena noticia es que es probable que para el próximo siglo todavía quede un poco de hielo marino durante el verano, proporcionando de esta manera un último refugio para estos animales. La mala noticia es que las amenazas a las que se enfrentan estos animales son muy poderosas, como los derrames de petróleo y otros contaminantes, el cambio climático o la extinción a través de cruzamientos entre las poblaciones de animales distintos, como explican los investigadores protagonistas del artículo, que ofrecieron sus datos en la reciente reunión de la American Geophysical Union en San Francisco, California.
En concreto, el equipo de Stephanie Pfirman, científica ambiental en el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty en Nueva York, señala que los modelos del clima que predicen la evolución del hielo marino apuntan a que se sigue acumulando en la parte norte del archipiélago ártico de Canadá y Groenlandia, donde se encuentra el hielo marino más grueso hoy en día. Parte de este hielo se forma a nivel local, y parte proviene de Siberia por las corrientes de viento y mar. Pfirman estima que un área de hielo de tal vez medio millón de kilómetros cuadrados es probable que persista durante todo el año a lo largo del siglo XXI.
Aunque la cantidad de hielo que se derrite cada verano va en aumento, todavía se cuenta con el que se forma en el invierno, que ahora es transportado hacia el lado canadiense del Ártico más rápido que antes porque las aguas están más libres. «Si antes tardaba 8 o 9 años para llegar a su destino, ahora puede hacerlo en 7 años», según Robert Newton,un geoquímico compañero de Pfirman.
Nature también da a conocer otro artículo que ofrece buenas noticias para el hielo del Ártico y sus habitantes. Un equipo encabezado por Steven Amstrup del Servicio Geológico de EE.UU. en Anchorage, Alaska, asegura que no hay un «punto de inflexión» de calentamiento más allá del cual el hielo desaparecerá irreversiblemente. Para ello se han basado en observaciones de los modelos de circulación del mar de hielo futuro. Por ello, señalan, mantener las emisiones de gases de efecto invernadero bajo control debería ayudar a preservar el hábitat del oso polar y los ecosistemas del Ártico en su conjunto.
Redacción QUO