Los niños con virus estomacales reciben cada vez más probióticos para aliviar los síntomas de vómitos y diarrea frecuentes en la gastroenteritis. Pero un reciente estudio, realizado por un equipo de la Universidad de Washington, liderado por David Schnadower, muestra que un probiótico de uso común no es eficaz para mejorar los síntomas en pacientes jóvenes.

Los hallazgos se han publicado en The New England Journal of Medicine.

Aunque rara vez es fatal en la mayoría de los países, la gastroenteritis, representa 1.7 millones de visitas a la sala de emergencias pediátricas y más de 70.000 hospitalizaciones cada año solo en Estados Unidos, donde se llevó a cabo el estudio.

El equipo de Schnadower analizó 971 pacientes de entre 3 meses y 4 años, para obtener evidencia vinculada al uso popular y costoso de los probióticos, microorganismos vivos que se cree restauran el equilibrio de las bacterias intestinales y refuerzan el sistema inmunológico.

«Los probióticos se han convertido en una forma cada vez más popular de tratar a los niños que experimentan gastroenteritis aguda – explica Schnadower en un comunicado https://medicine.wustl.edu/?p=64169&preview=1&_ppp=47e7ff8910 . Algunos estudios más pequeños han indicado que los probióticos pueden ayudar, sin embargo, dichos estudios tenían varias limitaciones. Tratamos de proporcionar pruebas independientes y concluyentes a favor o en contra del uso de probióticos en bebés y niños pequeños con gastroenteritis aguda”.

Los investigadores evaluaron un probiótico común conocido como Lactobacillus rhamnosus GG, o LGG, que se vende sin receta como Culturelle. Ciertas versiones del probiótico están destinadas a bebés y niños.

Un estudio similar en Canadá, también publicado en el mismo número de The New England Journal of Medicine, evaluó la efectividad de un probiótico diferente, Lacidofil, en niños con gastroenteritis. Los hallazgos de ese estudio mostraron los mismos resultados que el realizado por el equipo de la Universidad de Washington.

“Los resultados de los estudios de ambos estudios no fueron ambiguos – añade el coautor Phillip I. Tarr –. Los probióticos no tuvieron ningún efecto en los niños. Es mejor que los padres ahorren su dinero y lo utilicen para comprar más frutas y verduras frescas para sus hijos”.

Los autores señalan que no existen tratamientos para la gastroenteritis aguda pediátrica, aparte de administrar líquidos a los niños para prevenir la deshidratación y, a veces, medicamentos para aliviar las náuseas. La falta de opciones ha llevado a algunos médicos y padres a dar probióticos a niños enfermos.

Este tipo de productos generalmente se consideran seguros. Sin embargo, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) no los regula tan rigurosamente como lo hace con los medicamentos recetados.

“Además – concluye Schnadower –, los fabricantes de probióticos en general pueden afirmar que estos microorganismos tienen beneficios para la salud positivos sin pruebas rigurosas que respalden su uso. Debido a su popularidad, era importante asegurarse de que su uso valga su precio. En este caso, los probióticos no agregaron un beneficio medible y, por lo tanto, no valen el coste adicional”.

Juan Scaliter