En el principio fue el gas. Unos minutos después del Big Bang se crearon elementos como el hidrógeno, el helio o el litio, y sólo más tarde las estrellas se convirtieron en fábricas de elementos más pesados y los repartieron por el Universo, para que se multiplicaran con gran proliferación química. Esa era la teoría, pero nadie había encontrado una sola muestra de espacio sin rastro de contaminación por metales. Metales en el sentido astronómico, es decir, los elementos fabricados por las estrellas, entre los que se incluyen el oxígeno, el hierro o el silicio.

Sin embargo, ya tenemos la prueba: dos nubes de gas identificadas por un equipo dirigido por Michele Fumagalli, de la Universidad de California en Santa Cruz (EEUU), con ayuda del telescopio Keck de Hawaii. En su composición sólo han podido detectar hidrógeno y uno de sus isótopos, deuterio, “ambos gases formados en los primeros minutos tras el Big Bang”, según declara Fumagalli al podcast de Science, donde se ha publicado el estudio.

A partir de su composición química, los investigadores han calculado que el momento que las han observado debe de corresponder a unos dos mil millones de años después del Big Bang, una época en la que ya se estaban formando estrellas y galaxias a su alrededor. Por eso tendrán que estudiar las razones de que no se hubieran contaminado con otros elementos, a pesar de que “éstos frecuentemente son expelidos por las estrellas en las que surgen a distancias enormes”, en palabras de Fumagalli. Los autores explican que una de las perspectivas que abre este estudio sería que estas nubes formaran parte de un “flujo frío”, una corriente de gas a través de la cual las galaxias se desplazan por el universo y que, de momento, sólo pertenece al reino de la teoría cósmica.

Pilar Gil Villar