“Nunca soñamos que sería tan preciso, tan hermoso”, explica el científico James Heineck, del Centro de Investigación Ames de la NASA al ver por primera vez un conjunto de imágenes tan esperadas. El equipo de Heineck llevaba más de 10 años intentando retratar este momento.

Las imágenes muestran dos aviones T-38 de la Escuela de pilotos de pruebas de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, volando en formación a velocidades supersónicas. Las naves se encuentran apenas a unos 10 metros una de la otra. El que lidera el camino está unos 4 metros por encima del otro. Y, con una claridad excepcional, se ve el flujo de las ondas de choque de ambos aviones, y por primera vez, la interacción de estas ondas.

Las ondas de choque producidas por las aeronaves se fusionan a medida que viajan a través de la atmósfera. Se trata de rápidos cambios de presión que se producen cuando un avión vuela más rápido que la velocidad del sonido, ese es el ruido que se escucha cuando hablamos de romper la barrera del sonido.

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Nasa Photo

Los investigadores de la NASA utilizan estas imagen para estudiar las ondas de choque como parte del esfuerzo por hacer que los aviones sónicos sean más silenciosos, lo que puede abrir el futuro a un posible vuelo supersónico más cerca de la superficie.

“Estoy extasiado por cómo resultaron estas imágenes – añade Heineck en un comunicado –. Con este sistema actualizado, hemos mejorado al menos 10 veces tanto la velocidad como la calidad de las imágenes de investigaciones previas. Lo interesante es que, si miras el segundo T-38, vemos cómo las ondas interactúan en una curva. Esto se debe a que esta nave está volando en la estela del avión líder, por lo que las ondas tendrán una forma diferente. Esta información realmente nos ayudará a mejorar nuestra comprensión de cómo interactúan las ondas de choque”.

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Para capturar estas imágenes, se utilizó un avión King Air, volando a unos 10.000 metros de altura y con una ruta muy precisa. A bordo se encontraban las cámaras que se activaron al paso de los dos T38, unos 700 metros por debajo.

“El mayor desafío fue coordinar cámaras, aviones, velocidad, y altura para asegurarnos de que pudiéramos obtener estas imágenes – explica Heather Maliska, también líder del proyecto AirBOS –. Nuestro equipo de operaciones ha hecho este tipo de maniobra antes. Saben cómo alinearse y nuestros pilotos de la NASA y los pilotos de la Fuerza Aérea hicieron un gran trabajo al estar donde tenían que estar”.

Juan Scaliter