Reza un proverbio mexicano que todos los hombres estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo molde. Solo hay que mirar un poco a nuestro alrededor para ver lo diferentes que somos los unos de los otros. Pero cuando por cualquier causa hay que saber sin lugar a dudas que somos nosotros, la ciencia recurre a aquello que de verdad nos hace únicos en la creación. Algunas de estas cosas, como el ADN y las huellas dactilares, son más populares; pero en los últimos tiempos se han descubierto otros rasgos diferenciadores desconocidos hasta el momento.

Hasta los andares

En el atentado de Boston del pasado abril, las autoridades tardaron solo un par de horas en identificar a uno de los autores gracias a la última tecnología en reconocimiento facial. Un sistema desarrollado en la Universidad Estatal de Michigan dedujo, a partir de imágenes de videovigilancia, que el autor de los hechos era Dzokhar Tsarnaev. Estos programas estudian los rasgos diferenciadores del rostro (posición de los ojos, distancia entre estos, y de estos a la nariz y la boca…), o bien hacen un estudio fotométrico de la imagen. Investigadores de la Universidad de Notre Dame (Indiana), han creado incluso una tecnología que distingue la impronta, aunque se haya pasado por el quirófano para borrarla.

Otro método de identificación infalible es la forma de andar. Desde que nuestros antepasados comenzaron a caminar erguidos hace 1,5 millones de años, cada Homo sapiens le ha aportado su toque personal a este movimiento. Las diferencias en la longitud de las piernas, la anchura de las caderas y otros factores ambientales, como la cantidad de músculo que desarrollamos por medio del ejercicio, van moldeándolo y definiéndolo aún más. Los andares de Cristiano Ronaldo, por ejemplo, no serían los mismos sin sus famosas piernas y su “especial” proporción entre el volumen de su muslo y el gemelo, que permite que se le distinga.

“La principal ventaja de este sistema es que no requiere de la cooperación del individuo; se podría identificar a una persona sin que fuera consciente de ello”, aseguran Ramón Mollineda y Raúl Félez (Instituto de Nuevas Tecnologías de la Imagen de la Universitat Jaume I, Castellón), que trabajan en el desarrollo de una técnica biométrica basada en la forma de andar. Esta podría tener usos muy interesantes: “En medicina, se podrían detectar las anomalías en la forma de andar relacionadas con enfermedades como el párkinson. También los deportistas mejorarían su rendimiento analizando sus movimientos. Y en aeropuertos y estaciones, se localizaría a quienes tienen dificultades de movilidad, para activar un sistema de asistencia”.

Por otra parte, la forma y el tamaño de tus orejas también son únicas. Esto es porque el oído humano, que se desarrolla a los cinco meses de gestación a partir una pequeñas protuberancias que aparecen a ambos lados de la cabeza, son creados en su aspecto general según dictan los genes, pero en los detalles, el ambiente en el útero hace de las suyas. Algo parecido a lo que ocurre con las huellas dactilares. Así que, en EEUU por ejemplo, ya se usa la impresión de oído como prueba en los juicios.

También cuando hablas, el sonido que emites es la suma de muchas partes: el ruido que hace el aire al vibrar en la laringe, la forma en la que resuena en tu boca y nariz, e incluso la forma de la lengua, los labios y las mejillas. Y eso, sin contar las peculiaridades de dicción o culturales, que también nos definen. Así que, como es muy poco probable que todos esos ingredientes se encuentren en dos personas en la misma forma y medida, la ciencia está buscando la manera de medirlos e incorporarlos a una técnica biométrica. Como lo oigan Obama y la NSA…

Lo mismo sucede con los latidos del corazón y las ondas cerebrales. En ambos casos sabemos que tienen rasgos diferenciadores y hay sistemas de medición disponibles –el electrocardiograma y el electroencefalograma– pero aún no sabemos como identificar a alguién con estas herramientas. Aunque, según una patente registrada en EEUU el año pasado, Apple está trabajando en un sistema de identificación biométrica para gadgets a través de los latidos del corazón.

Redacción QUO