El etólogo y catedrático de Estudios Animales Johnatan Balcombe lleva años defendiendo que el placer constituye uno de los principales motores del comportamiento animal, a pesar de que la ciencia sólo haya empezado a prestar atención a este factor en las últimas décadas. En su última obra, The Exultant Ark (el arca exultante), acompaña sus observaciones de magníficas fotografías que plasman los múltiples aspectos del gozo entre las más variadas especies. Así nos explica su visión de los animales:

P.- ¿Podemos saber con seguridad que los animales sienten placer?
R.- No, porque en última instancia los sentimientos son algo privado. Pero si observamos las pruebas del placer humano, y cómo lo comunicamos, desaparecen las dudas. Otros animales comunican el placer que sienten con sus acciones.

P.- ¿Lo experimentan todos los animales?
R.- Dudo que lo hagan los más simples, como las amebas y las esponjas, pero hay muchísimas evidencias de que así es en todos los vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces). Algunos estudios recientes indican que algunos invertebrados podrían sentir dolor. Por tanto hay muchas posibilidades de que también experimenten lo contrario: placer.

P.- ¿Puede ayudarlos a sobrevivir?
R.- El placer es un producto de la evolución, es adaptativo. Así como el dolor los disuade de hacer cosas que pueden causarles daño, o incluso la muerte, el placer provoca y refuerza comportamientos favorables para la supervivencia y la reproducción. Piensa, por ejemplo, en la comida y en el sexo.

P.- ¿Qué otras actividades pueden resultar placenteras?
R.- El tacto es una importante fuente de gozo. Los primates pasan gran parte del día despiojándose y tocándose, y se ha demostrado que así alivian tensiones y aminoran el estrés. Algunos peces hacen cola en estaciones de lavado donde uno o dos peces de otras especies les picotean el cuerpo para librarles de parásitos, algas, etc. Se trata de un intercambio de alimento por un tratamiento relajante de spa. Además, están el amor, la compañía, el ejercicio, el gusto por la belleza (la estética) e incluso el humor.

P.- ¿Cuál sería la función del juego y qué casos indican que los animales disfruten jugando?
R.- El juego desempeña un importante papel a la hora de desarrollar la fuerza física, dominar capacidades clave para la supervivencia y aprender un comportamiento social adecuado. Aunque estas son las razones por las que ha evolucionado el juego, pero ni los animales, ni nosotros pensamos en la supervivencia o la evolución cuando jugamos; jugamos porque es divertido. Deducimos que los animales lo pasan bien jugando porque se entregan al juego, a pesar de que no les resulta indispensable para sobrevivir. Además, si a nosotros nos divierte ¿por qué íbamos a pensar que a ellos no?

P.- Ha mencionado usted el amor. ¿Podemos hablar de ese tipo de emociones en los animales?
R.- Deberíamos hacerlo. Muchos científicos se muestran reacios a atribuir sentimientos de amor a los animales. No es mi caso. Hay muchas razones para que el amor evolucione en especies que se emparejan de por vida y deben colaborar estrechamente para criar a su descendencia con éxito. Además, están empezando a surgir evidencias científicas de que muchos animales podrían pasar un duelo tras la pérdida de un hijo o un miembro querido de su grupo. El duelo se ha detectado en aves (como gansos y loros) y mamíferos (p.ej. babuinos y elefantes).

P.- ¿Por qué recurre usted al duelo para explicar el placer?
R.- En el caso de mi anterior respuesta, la capacidad de sentir o expresar dolor por una pérdida implica una capacidad de sentir amor y gozo. Ilustra un tipo de madurez y complejidad emocionales que indica un nivel muy desarrollado de sensibilidad.

P.- ¿Cómo afecta a nuestro concepto de los animales el aceptar que pueden disfrutar?
R.- La capacidad de sentir de manera subjetiva constituye el fundamento de la ética. Durante mucho tiempo hemos infravalorado burdamente la sensibilidad de otros animales, tanto en el aspecto físico, como en el emocional. Nuestra forma de tratarlos como si fueran «cosas» insensibles ha quedado fuera de lugar con lo que ya sabemos sobre su capacidad de sufrir y experimentar placer y gozo. Por eso, yo espero con impaciencia el momento en que adoptemos una actitud hacia los animales que los considere como algo más que una fuente de alimento, entretenimiento y materia prima para nuestra ropa.

Pilar Gil Villar