La sonda Rosetta, la gran exploradora del universo lanzada por la Agencia Espacial Europea (ESA) en 2004, ha despertado después de 31 meses (957 días) de hibernación en el espacio profundo. Ese despertar programado consistía principalmente en desplegar la antena que le comunica con la Tierra. Ya ha sido todo un éxito. Su misión es ahora alcanzar el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko para posar en él parte de su instrumental y estudiar la composición de polvo y gas que lo forma. Será la primera vez que una sonda se coloque en la superficie de un cometa.

“Solamente el hecho de que lleguemos al Churyumov–Gerasimenko y coloquemos allí a Rosetta es algo muy difícil”, cuenta desde las instalaciones de la ESA en España Michael Kuepers, uno de los coordinadores del instrumental científico que se pondrá en funcionamiento cuando llegue al meteorito. “Soy, digamos, de los que maneja el mando a distancia de esas herramientas de estudio; el vuelo de la sonda y el aterrizaje del aterrizador que lleva el instrumental es cosa del European Space Operations Centre (ESOC) en Darmstadt”, en Alemania.

El plan es el siguiente: la sonda, que ha permanecido en estado de letargo desde hace más de dos años (“solamente mantenía encendidos dos calentadores para conservar el equipo en condiciones”), comenzará a encaminarse a su cita con el cometa, que está prevista para el mes de agosto. “Ahora mismo, la velocidad del cometa respecto a Rosetta es de unos 800 metros por segundo, y lo que tenemos que lograr es que se acerque a unos 3 kilómetros de él para que comience a orbitarlo a un metro por segundo o menos”, detalla Kuepers a Quo.

Así fue el despertar de Rosetta

La siguiente fase comienza cuando, una vez estabilizada Rosetta sobre Churyumov–Gerasimenko, la sonda despliegue el módulo Philae y lo ancle a la superfice del cometa, que tiene unos 5 kilómetros de diámetro. Esto ocurrrirá en noviembre de 2014. Una vez agarrado mediante un sistema de arpones, y también gracias a un pequeño taladro, se espera que tome muestras y envíe a la sonda los datos que obtenga.

“El módulo Philae –cuyo instrumental científico es competencia, entre otros, de Kuepers– se quedará allí para siempre, pero creemos que podrá enviar datos a Rosetta durante unos 4 o 5 días, pero si todo va bien puede que la misión se alargue más”, nos cuentan desde la ESA en España. El problema es la duración de las baterías del Philae. La sonda seguirá orbitando el cometa hasta finales de 2015, que es cuando está previsto el final de esta misión.

El momento de la “invasión” del cometa se ha elegido para hacerlo coincidir con el acercamiento al sol; de ese modo podrán estudiar los cambios que sufre esa nube de polvo y gas cuando se expone al Astro Rey. “Precisamente los cometas están casi siempre lejos del Sol y por eso están más intactos”.

La idea general de la misión “es saber más sobre la formación del Sistema Solar. Los cometas son muy útiles para eso porque son como los restos que quedaron de ese proceso”, detalla el también investigador de la coordinación española Lawrence O’Rourke.

“Una de las cosas que queremos comprender es cómo funciona la actividad del cometa. Se entiende que se activa cuando se acerca al sol, pero aún no sabemos compararlo con su estado inactivo, digamos, así que tenemos que saber qué cambios ocurren”, explican los investigadores simplificando.

Los científicos de la ESA también quieren medir la estructura física y la composición química del Churyumov–Gerasimenko.

Este cuerpo celeste se ha elegido “porque es uno de los pocos cometas que tiene una órbita que se puede alcanzar para orbitarlo y aterrizar en él”, y no porque tenga una composición especial.

Redacción QUO