1. Subastas de atención
Triggit es una nueva empresa de San Francisco que, primero, se vale de los datos de hábitos de navegación para detectar rápidamente qué tipo de persona está visitando una web (palabras que suele buscar, horas de visita, el tipo de web, edad supuesta…). Después, calcula cómo es de valioso ese usuario mezclando cómo es él y qué web visita –si es rockero y cae en una web de pop, su interés será menor y su visita es menos valiosa–. Por último, el programa pone precio a la visita y la subasta en milisegundos entre los anunciantes suscritos al sistema. Y el internauta no nota nada.

2. Sé lo que buscas
Bing, el buscador que ya sustituye en EEUU al antiguo MSN Live –en España aún no funciona del todo– trata de entenderte mejor que Google cuando buscas “fiesta”, para saber si ofrecerte resultados de coches o de bares. Así, si buscabas juerga, Bing te ahorra resultados inútiles sobre Ford. Con la publicidad aplican la misma lógica y muestran menos anuncios. Y aunque podría parecer que así recaudan menos –“publican” menos anuncios–, resulta que la gente pincha más a menudo y el anunciante queda más satisfecho.

3. Según lo que haya en las imágenes
Los anuncios que se insertan automáticamente en una web dependen de los textos que haya. Es lo único que entienden los buscadores. Pero un estudiante de Hong Kong ha presentado en la Conferencia sobre Inteligencia Artificial un programa que aprende a reconocer formas en fotos y vídeos. ¿Cómo? Visita el portal de fotos Flickr y coteja la forma que tienen las cosas con las palabras que hay al lado. Y la próxima vez que ve esa forma, ya sabe lo que es. Así saben qué publicidad adosar relacionada con ese objeto o persona.

Redacción QUO