Hemos mandado al espacio exterior todo aquello que se nos ha ocurrido y las cuestiones técnicas nos han permitido: un pollo de goma, hortalizas, plantas… pero a nadie se le había ocurrido la divertida idea de este grupo de científicos ¡enviar un dónut!

Para realizar la hazaña, los jóvenes de la península escandinava se valieron de un globo meteorológico y un pastelito sobrante del desayuno. Esto es llevar el arte de jugar con la comida a un nuevo nivel. Según relataba el periódico local de Askim, la rosquilla se elevó 32 km sobre la superficie de la Tierra para, finalmente, caer al mar. No os penséis que abandonaron el dónut a su suerte ¡un barco acudió a su rescate!

Alexander y Benjamín Jönsson viven en realidad en el municipio de Lysekil (Suecia), pero se fueron a lanzar la rosquilla a Noruega por un tema económico. Según narraron, obtener el permiso de vuelo en Suecia les habría costado unos 1200 €, pero en Noruega el experimento les salió gratis.

Según explican la planificación del experimento les llevó varios meses. «Hemos visto que la gente ha enviado cosas antes, pero hasta ahora nadie había enviado una rosquilla al espacio. Entonces pensamos, ¿y por qué no?«.

Y así fue como un dónut con cubierta de fresa y chocolate de colores acabó sobrevolando nuestro planeta. Lástima que no nos pueda decir qué se siente.

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Vía | inquisitr.com

Redacción QUO